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JAVIER RAMÍREZ UTRILLA

A por uvas en economía

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NO FALTA NADA YA para las uvas navideñas y la llegada del nuevo año pero, hasta entonces, las únicas uvas que contemplamos son las que persiguen la mayoría de economistas en sus previsiones. Desde que superamos la pandemia la evolución de la coyuntura económica en España tiene bastante despistados a todos los analistas del ramo. Ya sea por los cambios de hábitos de los consumidores, por esa mentalidad del carpe diem o por el miedo a lo que pueda pasar entre tantas guerras, desastres naturales, virus y acontecimientos imprevistos, lo cierto es que la economía ya no responde a la ortodoxia de los teóricos clásicos.

Se acabaron las grandes referencias en la que vienen basándose las previsiones de cualquier indicador económico. Ya no sirven. El escenario ha cambiado tanto que nuestros economistas andan a por uvas en sus previsiones. Llevan años anunciando, desde la ortodoxia económica, una profunda crisis que no termina de llegar. Más bien al contrario. Los datos económicos y de empleo están aguantando contra todo pronóstico (aunque cada vez peor) lo que nos sitúa ante algunos misterios incomprensibles para los clásicos de las ciencias económicas. ¿Cómo es posible que el empleo siga creciendo y no se vea afectado por los claros síntomas de una próxima desaceleración económica? ¿Por qué los datos de afiliación a la seguridad social son positivos a pesar de la caída del índice de confianza empresarial en todos los sectores? ¿Qué está pasando para que, ante unos niveles de inflación sin precedentes, el consumo no haya caído significativamente? ¿Cómo es posible que nuestro crecimiento económico siga sosteniéndose en el consumo ante una subida radical de los tipos de interés y del euribor? Cuanto más se ensombrecen las previsiones económicas más sube la bolsa. Los mercados financieros van por un lado y la economía por otro. ¿Qué está pasando? No lo sabe nadie por muy sesudos análisis que hagan los expertos.

Estamos en un escenario hasta ahora desconocido en un país con más de 2.7 millones de parados cuyos empresarios no encuentran trabajadores y en el que crecen a la par los niveles de pobreza o las colas en los bancos de alimentos y las colas en los mostradores de facturación de todos los aeropuertos en cualquier festivo o puente en el que carreteras, hoteles, bares y restaurantes se llenan hasta la bandera batiendo records de ocupación Quizá algún día descubramos que, por encima de todo, lo que más está creciendo en los últimos años en España es, no sólo el despiste de los economistas, sino el nivel de desigualdad económica y territorial a pesar de un Gobierno que presume de ser profundamente social y progresista.