Autovías, inflación e incógnitas irresolubles
ESTOS días de largo puente se han producido grandes aglomeraciones en algunos puntos del país hasta el punto de generar preocupación, como ha sucedido en Madrid, Barcelona o en Vigo, donde el ambiente navideño ha sido uno de los ganchos fundamentales. No obstante, lugares de Castilla y León como Soria han seguido manteniendo el pulso en la atracción de visitantes durante este puente, que esta siendo muy positivo sobre todo para el turismo rural. En el caso soriano, la facilidad de acceso desde Madrid gracias a la autovía ha convertido a los turistas madrileños en los principales visitantes desde la apertura de la vía rápida. La facilidad de acceso es, evidentemente, una ventaja competitiva. Se ha podido comprobar en Asturias, donde la apertura de la conexión ferroviaria de alta velocidad ha hecho que en este puente el Principado haya incrementado el número de visitantes. La actividad turística es solo un ejemplo de la lista de beneficiarios de las buenas comunicaciones. Y en este terreno Soria vuelve a ser un ejemplo, en este caso negativo, aunque nunca se podrá saber qué hubiera pasado con la provincia y la despoblación con unas comunicaciones adecuadas. Desde Soria solo se puede ir a Madrid por autovía (también es el único punto de destino en tren, pero con escasa capacidad competitiva). Está pendiente que la ruta de Madrid a Soria, la A 15, continúe hacia Navarra, y la conexión con Valladolid está en marcha desde hace más de dos décadas, pero no se ha terminado ni la mitad del camino. En concreto, falta por terminar el 57% del trayecto entre Soria y Valladolid. Hay autovía durante 62 kilómetros en Soria, casi 14 en Aranda de Duero y otros tantos desde Tudela de Duero hasta La Cistérniga, en Valladolid. Lo que falta por hacer son casi 120 kilómetros. Para hacerse una idea de lo que se tardará en completar basta mirar al tramo de Langa de Duero, en Soria, hasta la burgalesa Aranda de Duero. Sin tener en cuenta que es tramo inició las obras en 2008 y que ahora hay que volver a licitarlo, construir esos 22 kilómetros supone un tiempo de 3 años y 4 meses. Si se adjudicaran las obras ahora, nunca estaría abierto el tramo antes de 2027. Costará mas de 170 millones de euros cuando al iniciarse las obras en su día se calculaba que la inversión era de 64 millones. La inflación sobre todo, claro, que en este caso nos podría servir de instrumento chapucero para medir lo que ha podido perder Soria por el retraso en infraestructuras. Porque si ya en términos de aumento de costes en la construcción, las cifras sorprenden, si uno se pusiera a calcular lo perdido en oportunidades las cifras podrían marear a cualquiera. No se podrá saber nunca, evidentemente, como tampoco qué habría ocurrido con el censo de población con comunicaciones modernas.