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Pruebas de fiabilidad de Adif en la Variante de Pajares en el recorrido entre León y Pola de Lena (Asturias).- ICAL

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MAÑANA SE inaugura, hay que tener cuajo, la mayor indecencia de ingeniería civil a la que ha asistido este país. La variante de Pajares, lo que viene a ser la conexión de AVE entre Madrid y Asturias, previo paso por Valladolid, León y Palencia. 20 años de obras, 2.000 millones de euro de sobrecoste y nueve ministros del ramo mediante para conectar los alrededores del Bernabéu con las orillas del Cantábrico. Y en esos 20 años horadando la cordillera no han tenido tiempo los incompetentes de Adif  de haber ejecutado el trazado de AVE de los escasos kilómetros entre la capital leonesa y La Robla para que todo fuera a Alta Velocidad. Adif es un chiringuito ministerial que tan pronto hace trenes que no le entran por los agujeros del túnel como deja sin hacer un puñado de kilómetros entre Madrid y Oviedo. Algo espeluznante después de un derroche descomunal para tapar las fugas de agua. Así es Adif  y los fenómenos que lo rigen. Se mete a hacer un túnel y no sabe ni el tiempo que va a echar ni lo que nos va a costar a los contribuyentes. Adif es un caracol que se mueve a cámara superlenta y con el paso firme de un pingüino borracho. No hay más que verles la agilidad con la que se desenvuelven en las obras de integración de Valladolid. Hasta el punto que el hoy ministro, entonces alcalde pucelano, tuvo que ciscarse públicamente en sus vías y sus andenes, de Adif y sus apáticos jerifaltes, para que alguna de las obras empezara a andar. Adif es un lugar en la inmensa red ferroviaria hispana en el que sus directivos, altamente remunerados, circulan apaciblemente por un entramado de burocracia con la que aburrir al que les atosigue. Veremos si el nuevo titular de la cartera de Transportes es capaz de meterlos en vereda, a la vista de que su antecesora no se sabe todavía a qué se dedicó con tanto ahínco como para no hincarla en los tres años que ha estado ahí espatarrada a la bartola.