Manos a la obra, señor ministro
Muy revelador. Lo digo por la entrevista que nos ofreció este periódico el miércoles, y que tuvo como protagonista al nuevo ministro de Transportes y Movilidad sostenible y ex alcalde de Valladolid, Óscar Puente. Le reitero desde aquí mi enhorabuena cordial como lo hice en el día de su toma de posesión. Charla interesante que, en primer lugar, nos sitúa ante la verdadera exégesis de una apuesta política que ha terminado con dos carteras ministeriales en el Gobierno de Sánchez.
La aventura, como rumor, no es nueva, pues corrió por la ciudad del Pisuerga a raíz de las últimas elecciones generales. Lo esencial de sus declaraciones –con la contundencia que caracteriza al ya ministro–, se sustancia en un problema capital que le costó la Alcaldía vallisoletana al hoy ministro: el soterramiento. De entrada, nos ha dejado a todos con la boca abierta: «parece que la esperanza de que se haga el soterramiento soy yo». A lo que puntuó, echando un caldero de agua fría: «me temo mucho que (…) los condicionantes técnicos y económicos lo hacen inviable». Perded toda esperanza.
Pero acto seguido, se agarró a la U de Olmedo como «un proyecto impresionante»: se necesitarían «dos túneles» para «tres o cuatro vías de Alta Velocidad», y con «una estación muchísimo más grande». ¿Y todo esto sin soterramiento? ¿Con más butrones, con más puentes subterráneos, con más pasarelas engulle-peatones como pretendía la catalana Raquel Sánchez Jiménez–, que castigó a Valladolid y a Castilla y León con un desprecio inamovible? Monumental contradicción que pretende solucionar un problema agravándole: «mi idea, y debería ser la de todos» es «el proyecto de integración del ferrocarril en Valladolid». Pues manos a la obra, señor ministro.