Diario de Castilla y León
Óscar Puente a su llegada a La Moncloa este martes.- EL MUNDO

Óscar Puente a su llegada a La Moncloa este martes.- EL MUNDO

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La primera medida que tiene que adoptar el nuevo ministro de Transportes y Movilidad Sostenible es acabar con un departamento que era de todo menos sostenible. Es decir, era insostenible. Entre sus hazañas está echar abajo viaductos en la Autovía del Noroeste y construir trenes que no entraban por el agujero de los túneles. Es decir, despachar a la recua de incompetentes que acompañaron a la inutilidad que ejercía el cargo hasta ahora. La limpieza tiene que ser a fondo y con estropajo de esparto. Fue un ministerio enemistado con Castilla y León. Un ministerio que nos odió tanto que culminó la histórica osadía de dejar caducar el impacto ambiental de la León-Valladolid, que era de diez años, no de 20 días como los yogures de Hacendado. Todo un ejercicio de desprecio e insulto a esta tierra, a la tierra del nuevo ministro, que siendo alcalde no movió un dedo ni levanto la voz contra la infame ministra. Un ministerio que en el colmo de su desprecio paralizó un par de trozos de autovía entre Tudela y Olivares, en Valladolid, también, sin que el ahora ministro, secretario vallisoletano de los socialistas, pusiera el grito en el cielo. Ahora tiene la oportunidad no de vociferar o ciscarse en los muertos de la ministra en Twitter. Tiene la oportunidad de poner acción para en busca del tiempo perdido. Lo primerísimo es dar la orden de acabar de una puta vez esos 30 kilómetros de Autovía del Duero en Valladolid que padecen ya cuatro años de trabajos para un trazado que no debería haber llevado más de 18 meses. Y están al 40%, porque esta era la forma que tenía la antecesora de Óscar Puente de vilipendiar a Castilla y León, como buena admiradora que es del independentismo catalanista. De Puente esta tierra sólo espera la justicia que nos corresponde en las infraestructuras y que el sectarismo nos ha negado hasta ahora, soterrando nuestras ambiciones en un montón de burocracia, palabrería y desidia.

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