Caudillo Sánchez
YA QUEDA menos. En unos días, Sánchez inaugurará la pantanosa norma que amnistiará a una pléyade de diversos criminales, contorsionistas del delito, artesanos selectos del supremacismo, diseñadores del sectarismo. Es decir, a esa tropa de los mayores y mejores fascistas de las últimas añadas.
El calendario muestra un espantoso y, a la vez, subyugante escenario en el que el Código Penal va siendo fusilado al amanecer, junto al muro del BOE, en secuenciados y estudiados disparos al estado de Derecho. En un segundo plano, aparece la insospechada derivada de la Ley de Bienestar Animal, que, parece, en alguna ignota disposición transitoria crea, ex novo, la figura del mascotismo político, que, a su vez ofrece algunas subdivisones: lacayismo perruno y rastrerismo ideológico. Con la lengua fuera, jadean incesantes y ansiosos quienes, tras mostrar el certificado de fidelidad incondicional al caudillo (en el que consta que ha jurado o prometido que la amnistía es democrática e igualitaria) esperan obtener la gracia de permanecer en sus casetas junto con su hueso mensual.
En el reverso del certificado consta lo siguiente: instrucciones de uso. Única. Hay que decir que es mejor la amnistía y la condonación de la deuda que la otra opción, que es la de un gobierno de ultraderecha, y fascista, claro. Y si a esa respuesta el entrevistador osa oponer alguna excepción, se debe llamar fascista a quien lo ponga en duda.
Aquí, en territorio CyL, cohabitan dos ejemplares del mascotismo político: Puente y Tudanca. El primero en versión activa y el segundo como sujeto pasivo, en la versión del lacayismo Premium, ese que, sabiéndose ninguneado por propios y extraños, intenta superar su complejo siguiendo incluso con exceso las instrucciones de la central de ventas: su reiteración de la palabra fascista hace sospechar que está acumulando puntos para lograr algún vale-regalo.
Mientras tanto, el presidente Mañueco anuncia una ofensiva por tierra, mar y aire contra la amnistía y la condonación de la deuda. Cuesta imaginarse al charro con vestimenta guerrera, pero la ocasión supone una obligación insoslayable para con la Comunidad, sus ciudadanos y su propio partido. La colonización sanchista del poder judicial hará difícil que prosperen las iniciativas para desactivar las sacas que se van a perpetrar contra las libertades y derechos de todos los españoles. Pero intentarlo, sí, es ineludible.