Silván coge fuelle en el Senado
Los primeros pasos de la oposición que está reconstruyendo Feijóo, si el prófugo no lo remedia, amnistía mediante, han establecido la Cámara Alta , a veces de tono tan bajo, como elemento esencial en el descontrol de las acciones del ejecutivo inminente. Ha sacado pecho y voz un senador de Castilla y León, más de León que de Castilla. Antonio de nombre. Silván de apellido. A él le encargó el gallego la defensa de la iniciativa contra la amnistía. Y a él le ha endosado la portavocía de la comisión de comunidades, el primer órgano parlamentario que funciona para que sus señorías justifiquen los salarios, que entre investidura e investidura, andan más de interinos sin marcarla que en horario laboral.
Es el preámbulo del protagonismo que al Senado quiere otorgarle Feijóo como instrumento para medirle las costillas al gobierno y sus ministros futuros, entre los que no estará, además de Irene Montero, la de Transportes, Túneles Angostos y Desprecios Territoriales, a dios gracias. El jueves de la próxima semana se estrena la comisión de comunidades para empezar a apretarle el zapato a Sánchez y que la investidura no nos cueste un dineral a los de siempre en infraestructuras en los mismos sitio de siempre, prófugo mediante.
El PP va a dar la batalla desde el poder autonómico cosechado, pero que luego no pudo ser refrendado en el hábil adelanto electoral perpetrado por Pedro Sánchez y rubricado por Óscar Puente en la investidura errática. Silván está en horas dulces, con el protagonismo parlamentario que le ha endosado Feijóo, y Mañueco en su mejor momento, con unos resultados imbatibles en las generales, unos socios adaptados a su liderazgo y una oposición con calificación de presunta. El aburrimiento y la mansedumbre han regresado a la política de Castilla y León. Y eso no es bueno, sobre todo para el PP, que cuando se duerme, sufre. El PSOE ni sufre ni padece. Sigue recordándose a diario que lleva 40 años a la deriva.