Abstenciones patrióticas
NO TERMINAN de apagarse del todo las voces de algunos miembros destacados del PP que siguen solicitando el sumo sacrificio de facilitar el Gobierno a Sánchez a través de una abstención a su investidura para evitar una dolorosa y humillante amnistía. Los sacrificios y la política son por definición y ejercicio en estos momentos términos antagónicos.
Pero ¿qué pasaría si a escasos días de la investidura el PP ofreciera su abstención a cambio de no ceder a la amnistía ni al resto de chantajes independentistas? Al margen de sus beneficios políticos en el medio plazo, lo que está claro es que, de momento, produciría una convulsión política, probablemente muy aplaudida y reconocida por los ciudadanos, que, desde luego, dejaría en fuera de juego y absolutamente señalados tanto a los grupos independentistas y minoritarios, como al candidato.
Tampoco hay seguridad de que, más allá de esa primera convulsión, el problema de fondo se solucionara para el resto de Legislatura pues, quizá nos libráramos de la matraca independentista y pseudoprogresista en un primer momento, pero ¿y después? ¿qué ocurriría con los presupuestos, las convalidaciones de los Decretos, las Leyes, las iniciativas parlamentarias de transcendencia…? ¿Se iba a tener que convertir el PP en el salvavidas de Sánchez para salvarnos al resto de españoles del expolio independentista? Demasiada generosidad y sacrificio para la actual práctica política.
No obstante, el debate no se apaga del todo alimentado por el escaso oxígeno que supone la idea de que, al final, sea Vox quien dé la campanada patriótica llevándose el mérito, el honor y el aplauso que, aunque inútil, dejaría a los Diputados populares al pie de los caballos.
Desde luego, a nivel regional, al menos en Castilla y León, los cargos electos socialistas no parecen muy dispuestos a mostrar la más mínima discrepancia con el discurso totalitario de Sánchez con tal de mantener sus cargos. No parece que la evidente desigualdad de trato que va a sufrir Castilla y León frente a los territorios privilegiados por el Gobierno vaya a cambiar su docilidad e interesada mansedumbre ante el líder indiscutible e incuestionable.
De momento, en el debate del estado de la Comunidad ya han demostrado que su disciplina y sus retribuciones están muy por encima de sus principios, sus convicciones y su capacidad de rebeldía en defensa de los intereses de los castellanos y leoneses. El mantra de la ultraderecha se consolida como el único argumento de una oposición sin ideas, sin propuestas y sin más iniciativa que la sumisión incondicional al nuevo Caudillo Sánchez.