El mundo en que vivimos
APENAS se sabe qué decir ante tanta incertidumbre pasajera –supongo que pasajera – que ha llevado y traído de coronilla la política española de los últimos tiempos. Tiempos sin plenitud, porque el Estado Español ya hubiera podido resquebrajarse si nos hubiéramos puesto a reinterpretar la mismísima Constitución que lo hizo viable y practicable. Es la incontinencia pedigüeña, parásita y oportunista, porque nuestra vieja España seguirá pagando pensiones y prebendas a los más radicales separatistas que aspiran a conformar sus «nacionalidades» como estados independientes; porque a Otegui y a otros como Otegui no le gusta que el País Vasco se parezca tanto al resto de las autonomías ¿Es cuestión de paciencia y de prudencia? De algo habrá de ser, para que los entuertos se deshagan por sí solos, sin que deba intervenir cualquiera de los caballeros andantes y novelescos que antaño los deshacían.
Se supone que es la democracia, la libertad que hace posible que cada cual haga y deshaga a su antojo y conveniencia. Unos, no reconociendo al Rey de este Reino; porque ni tan siquiera asisten a La Zarzuela cuando son requeridos ¿Sería necesario y conveniente que dijeran ante el Jefe del Estado lo que desean decir? O que viaje cada uno por su orilla, sin considerar que este país nuestro necesita diálogos fluidos y razonados y NUNCA ofuscaciones. Pero eso sí, todo se instaura según los planes establecidos por las mentes pensantes e insensatas que arruinan lo que habíamos sido capaces de crear entre todos… y ojito al dato y a los datos: el gobierno trasferirá otros 39.000 millones para pagar las pensiones del 2024. Y mientras, La Yolanda gallega, siendo aún vicepresidenta del gobierno se reúne con Puigdemont - el prófugo, el huido de la justicia dentro de un maletero - con la sola intención de seguir siendo ministra. Así demuestra esa ministra de tres al cuarto que le importa tres bledos lo que piensen los demás. Va por libre, pero subida a los lomos de un gobierno convulso que gobierna para pocos y desgobierna para muchos. Mientras tanto, el aceite de oliva seguirá subiendo, también la gasolina, los impuestos, las hipotecas y lo demás y mientras tanto, desde el gobierno hacen lo que tengan que hacer para seguir arruinando a los españoles. Y eso no son cuentos de los que decía Cipión en la novela cervantina de “El coloquio de los perros” que algunos de esos cuentos tienen gracia por sí mismos, otros por la manera en que se cuentan, o sea, que los hay que aunque se cuenten sin preámbulos y ornamentos, dan contento, pero otros es menester vestirlos de palabras y hacer monadas para narrarlos.