La economía de CyL desacelera, pero no frena y mantiene el crecimiento
El crecimiento económico en Castilla y León se desacelera. Dos son las causas, según los datos que arroja la contabilidad regional. El sector primario, sacudido por la mala cosecha que ocasionó la ausencia de lluvias en primavera, y el consumo de los hogares de la comunidad. Lo primero lo proporciona el clima cambiante y forma parte del contexto al que habrá que adaptarse, seguramente apostando con más fuerza por el regadío, como ya han hecho con acierto determinadas zonas de la comunidad emergentes en agricultura. La segunda causa, es propiciada por la negligente acción política, que internamente, en España, ni sabe controlar la especulación en lo factores que inciden en la inflación, combustibles, electricidad y alimentos, y a nivel global por el afán de mermar los ahorros de los ciudadanos disparando los tipos para enfriar la economía y atajar la escalada del IPC. Genios políticos. El IPC sigue disparándose por la especulación de las empresas de combustibles, aprovechando el verano para seguir incrementando sus beneficios. Y la especulación de la industria de la distribución. Pura negligencia política que no tiene agallas para meterle mano a los poderosos de estas industrias que se enriquecen como nunca, mientras los hogares se empobrecen.
La vieja fórmula de elevar tipos para enfriar la economía y detener la escala de precios no requiere de tantos organismos financieros europeos repletos de políticos alicatados de sueldazos. Es lo que se hacía hace cincuenta años y daba como resultado un empeoramiento de la economía. Fundamentalmente de la economía doméstica de la clase media y de los más vulnerables. A los de la lista Forbes y a los dirigentes del Banco Central Europeo no les preocupa la subida de los tipos. Ellos han pagado a toca teja sus viviendas, sus chalés, sus apartamentos y sus picaderos.
Castilla y León es víctima por partida doble. De la impredecible climatología, sin por ello llegar al apocalipsis que pronóstico el desacertado Pedro Barato, el de ASAJA, que no hay día que no auguren prácticamente el fin del mundo. Pero es verdad que el sector agroganadero atraviesa momentos delicados. Y este es un sector estratégico mundial. En Castilla y León es un baluarte, por eso hay que cuidarlo y mimarlo. En este sector reside una de nuestra fortalezas que sólo dependen de Castilla y León, sin miedo a deslocalizaciones, aunque sí a la competencia desleal de países que producen sin garantías sanitarias y con sistemas de producción esclavistas. En cualquier caso, la desaceleración no da, de momento, síntomas de frenazo. Es decir, la actividad económica sigue creciendo y ese es el mejor síntoma contra los desaciertos políticos.