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EDITORIAL

Bares de pueblo: La política útil de mantener servicios en el medio rural

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LA POLÍTICA SE hace real, eficaz y útil cuando se adoptan medidas como la anunciada ayer por la Junta en las Cortes de conceder subvenciones de 3.000 euros para mantener abiertos los bares de los pueblos, que son, en el universo rural, algo más profundo que un mero establecimiento de restauración. Un bar es la vida social del pueblo y oportunidad para sus habitantes de escapar del olvido y la soledad con una caña, un café, un vermú, un cubata o una partida de subasta. Por eso la medida anunciada por el consejero de la Presidencia, Luis Miguel González Gago, es una acción tan necesaria que debería expandirse a las diputaciones, pero también hacia el gobierno central, que cuenta con un departamento de despoblación al que llaman Reto Demográfico y que de momento sólo ha aportado teórica y bla, bla, bla. 

La acción debe estar encaminada esencialmente al mantenimiento de los bares. Lo de abrir los ya cerrados es en gran medida una entelequia y será algo anecdótico. Nadie se va a embarcar en una aventura empresarial en un pueblecito de menos de cien habitantes por 3.000 euros de subvención. De la subvención no se vive. Se vive del consumo. Pero la subvención apuntala y ayuda. Sin embargo la acción sí debe estar encaminada a atajar la sangría de cierres. Mantener un bar en un pueblo es una hazaña. Fundamentalmente porque es un servicio social. Están tardando algunas diputaciones en emplear parte del dinero en estas medidas, como ya hacen las de Valladolid y Palencia, por ejemplo. Dinero bien empleado en vez de en estupideces como parques o miradores inservibles, cuando no rutas intransitables que acaban en el deterioro del olvido.

Pero la medida de la Junta debe ser flexible. Y debe aceptar aportaciones porque a buen seguro que tendrá grietas propias de teóricos que no saben ni lo que es un bar ni lo que es un pueblo.Y menos lo que es un bar de pueblo. Por eso cuando se ponga en marcha debe la administración estar disponible para adoptar cambios y modificaciones que den solución a la pluralidad que conforma el variado universo rural de Castilla y León. Y por descontado, debe ser ágil y accesible, que la burocracia no sea una tortura para un humilde emprendedor que mantiene un bar en un pueblo más por vocación a su territorio y a su gente que por dinero. En cualquier caso, el nuevo titular de la Presidencia, González Gago, se estrena con brío y con determinación de hacer de la política esa utilidad que quieren los ciudadanos. No estaría de más que otros departamentos de la Junta tomaran nota y se dedicaran al camino de la acción y no sólo al del postureo y el bla, bla, bla.