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Félix Villalba

Teorías de la conspiración y cosas que son palpables

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El autor de un estudio de una universidad noruega que buscaba analizar los rasgos de la personalidad de quienes tienen mentalidad conspirativa afirmaba que cuantas más teorías de la conspiración se mencionen más posibilidades hay de que alguien responda sí a una de ellas, lo que le llevaba a afirmar que todos creemos al menos un poco en una. Lo cierto es que hay para elegir. Una de las últimas que llama la atención en las redes sociales, aunque en ellas es difícil  distinguir a los convencidos de los guasones, es la de que nos están robando tiempo. Sí, literal, que una hora ya no tiene 60 minutos, así que el tiempo se nos va no por una sensación sino por un hurto. Entre todas esas teorías, desde la negación de que el hombre ha llegado a la luna al terraplanismo pasando por la negación del coronavirus y muchísimas cosas más, las hay que son totalmente inofensivas y otras que son muy peligrosas e incluso ponen en peligro vidas humanas, como pasó con la negación de la existencia del VIH, que gracias a que la ciencia no dudo que existiera hoy cuenta con tratamientos muy eficaces, o con la del coronavirus. También entre esas teorías existen las que los motivos de quienes las crean o fomentan son insondables y otras en las que hay un beneficio claro para personas o grupos. La del cambio climático es una de las últimas y el poder de quienes salen beneficiados con la negación de la evidencia es elevado como lo demuestra el nivel de algunos de sus abanderados. Si no hay cambio climático no hay motivos para tomar medidas ni pensar en contaminar menos, lo que para algunos será rentable, aunque sea a muy corto plazo en términos de planeta, para el que no es que las horas sean de menos minutos, sino que puede que le quede menos  tiempo. Y todo ello a pesar de que a veces no hace falta ni atender a esos científicos siempre sospechosos de trabajar para SPECTRA (la malvada organización desvelada en la saga de James Bond), porque ante nuestros ojos hay cosas que evidencian que algo está pasando, aunque no sepamos las causas. En Soria, donde el agua es todavía uno de los elementos que sirven de distinción frente a otros territorios secos, el alcalde de San Pedro Manrique, Carlos Martínez Izquierdo, decía que en ese pueblo de la comarca de Tierras Altas jamás se había secado el río Linares y este verano se ha quedado sin una sola gota. No hay agua y el propio alcalde, empresario de Embutidos La Hoguera, ha tenido que vender 2.500 cerdos porque no tenía agua que darles. Una de las dos ganaderías de leche que quedan en Soria y que surten a los que hacen mantequilla con denominación de origen está amenazada por la falta de agua en esa zona. Algo debe estar pasando y es necesario actuar contra el cambio climático, pero también con medidas a corto plazo. Porque en San Pedro Manrique están paradas desde hace casi un lustro las obras de una presa que habría evitado el problema. El porqué de la paralización de las obras da para una teoría de la conspiración.