Rubiales se cuela en las Cortes CyL
LO ÚNICO QUE nos faltaba es que Rubiales, ese macarra del fútbol, de morro tieso y paquete asido, forme parte del debate de la política de las Cortes de Castilla y León. Pues ya no nos falta. Ya lo han metido desde el ingenioso PSOE de Castilla y León. Hay que tener pocas ganas de trabajar y menos ideas todavía para convertir al de Motril en elemento de crítica contra Mañueco. Dos meses de vacaciones y al regreso, Rubiales. La desgana se ha instalado de forma perpetua en el hemiciclo de techo nacarado. Hay que dar una rueda de prensa por sistema. Siempre habrá algún asunto nacional, y si no, internacional, para hacer oposición. Es el no va más de la política. La oposición en Castilla y León ha conseguido hacerse la oposición a sí misma. La próxima rueda de prensa debería versar sobre el motivo del silencio de la Junta ante las causas judiciales de Trump. Es indecente que Carlos Fernández Carriedo, en sus excesos de prudencia, no haya dicho nada sobre la Corte Suprema de los Estados Unidos de América. Porque en lo de Rubiales, a poco que discurran los opositores a sí mismos, se podía hincar el diente en el modelo clientelar y caudillista de las territoriales, con el Maté, por ejemplo, que estaba ahí antes que el fútbol en Inglaterra. Las territoriales que reciben billetes de las arcas de la Junta. La territorial de Castilla y León, del fútbol, no del PSOE ni del PP, porque VOX no tiene y la de Ciudadanos se extinguió, dispone de un lustroso edificio en Arroyo de la Encomienda, con bodeguilla y todo en el sótano. Buenas y suculentas merendolas se han disputado en ese escenario en los tiempos de Villar, otro gandul del fútbol, al que abrazaba a diario Maté, Marcelino. Pan y vino. Y también cigalas había en las francachelas. Las territoriales, reinos de taifas sufragados por el erario público. Rubiales es la punta. Y no la punta de esa parte que se amarra el gachó. La punta del iceberg de un modelo indecorosamente dedicado a meter billetes al bolso.