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HACE MÁS de un año adelantábamos ya aquí las posibles consecuencias de las subidas de temperaturas en los flujos turísticos internacionales. Un pronóstico que realizábamos para el medio plazo si bien, sólo un año después, ya se ha convertido en preocupante noticia de portada de muchos medios de comunicación. De todos modos, no hace falta ser ningún estadista para darse  cuenta de lo incómodo que resulta para los turistas visitar destinos en los que, a partir de las 12 horas hasta el anochecer, prácticamente no se puede andar por la calle por el calor. En algunas ciudades españolas desde el mediodía cierran tiendas, negocios y no se ve un alma por la calle hasta que baja el sol, lo cual no parece un plan muy atractivo por muchos recursos turísticos que posea el destino.

Tampoco se salvan muchos destinos de playa en los que el excesivo calor y la temperatura del agua empiezan a espantar también a turistas sofocados, rojos como cangrejos, sudando y buscando locales con aire acondicionado.

El caso es que esta situación empieza a afectar a la hora de elegir destinos vacacionales y el problema no es cómo afecta hoy por hoy a nuestro país, como segundo destino turístico del mundo, sino cómo puede afectar en el futuro. Hay que tener en cuenta que nuestra economía se basa fundamentalmente en el consumo y en el sector servicios por lo que el peso del turismo en el PIB y en nuestro crecimiento es determinante.

No debemos olvidar tampoco que, tanto la recuperación de las distintas crisis económicas, como la evolución de nuestras cifras de desempleo se basan fundamentalmente en los buenos datos turísticos que operan, crisis tras crisis, como tabla de salvación de una economía con una débil estructura  productiva y un sector industrial con poco peso en comparación con las economías de nuestro entorno. Todo ello nos hace mucho más vulnerables a cualquier cambio en la tendencia turística internacional.

Pensemos que cada vez hay más gente que entra en las agencias de viaje preguntando por destinos en los que no haga demasiado calor lo cual deja fuera del mercado turístico internacional al 80% de nuestro territorio, lo que puede suponer un drama económico para cientos de pueblos y ciudades que viven del turismo gracias, fundamentalmente, a un clima tradicionalmente benévolo. Por el contrario, el norte de España y muchas zonas de Castilla y León pueden tener la oportunidad de posicionarse con fuerza entre los principales destinos, especialmente en el mercado nacional, si somos capaces de diseñar estrategias que nos permitan seguir creciendo de manera ordenada y sostenible dentro del panorama turístico que se avecina.