Otro día que no llega el apocalipsis del Tercer Reich a Castilla y León
AHORA QUE AL gobierno en funciones le han entrado las prisas por hacer lo que no ha hecho durante los cuatro años de legislatura, al menos en relación al centro de refugiados de Valladolid, parece que no a toda la red programada por el ministro José Luis Escrivá, es una buena oportunidad para que las administraciones de Castilla y León se dirijan a los ministerios urgiendo las promesas fingidas, las obras empantanadas y los proyectos varados que tienen los distintos ministerios. Es un buen momento para afrontar, por ejemplo, los soterramientos de Valladolid y de Palencia, ayuntamientos de signos distintos que quieren que los trenes no sigan siendo una brecha que lastre las ciudades.
Es un momento excelente para que el consistorio de la capital leonesa exija Torneros, ese polo industrial del que el gobierno socialista de Pedro Sánchez, más preocupado con las demandas de País Vasco y Cataluña, no ha movido una piedra. Es un momento clave para que el consistorio ponferradino y el Consejo Comarcal del Bierzo al unísono reclamen la autovía a Orense para intentar poner fin al aislamiento al que se ha sometido a la comarca dejándola fuera de la red de Alta Velocidad. Es el momento ideal para que Burgos y Aranda exijan sus infraestructuras pendientes. Es clave para reclamar la conclusión de la Autovía del Duero, pendiente fundamentalmente entre las afueras de Valladolid y Aranda y la conclusión entre la parte soriana y la burgalesa. Es esencial definir la conexión de AVE con Portugal, por Zamora o Salamanca. El momento oportuno para empezar a hacer realidad esa quimérica promesa de Monte la Reina, el gran cuartel que iba a llenar de funcionarios de defensa y soldados la provincia zamorana para atenuar la grave lacra de la despoblación.
A la vista de las prisas que le ha entrado al gobierno, después de año y medio para firmar un memorando de intenciones con el que hacerse la foto el ministro Escrivá, con el centro de refugiados de Valladolid, al que se oponen los vecinos de la zona elegida por la anterior corporación, es el momento de aprovechar ese arrebato de hacer cosas que no ha hecho el gobierno de Sánchez en Castilla y León. Por eso, seguramente, aunque sean vacaciones y los ministerios estén pendientes del nuevo gobierno, no haría mal la Junta recogiendo las demandas de las provincias para advertir a Sánchez del desprecio con el que ha tratado a Castilla y León.
A no ser que el arrebato de Escrivá esté inducido para intentar buscar follón político donde no lo va a encontrar. Otro día en el que no llega el apocalipsis del Tercer Reich ni a Valladolid ni a Castilla y León. Vaya disgusto para el sectarismo rancio y ruin.