Quiñones, el vigilante de la Junta
TODO EN SOSIEGO. El gobierno de la Junta, coalición incluida, hallase de vacaciones en las costas más variadas. Los hay que tiran para el sur. Los hay que hacia el norte. E incluso los que optan por Finisterre a ver si se ve el fin del mundo. Eso no se verá, pero los bivalvos están en su esplendor, con algunos otros crustáceos. Hay que cargar el calcio. Los hay que incluso han aprovechado para irse de viaje de novios. Al mando el consejero Suárez Quiñones, que a falta de vigilante de la playa se resigna a vigilante de la Junta de Mañueco. Calma chicha, la del presidente, pendiente como el resto de barones y baronesas por dónde salta Feijóo con lo de VOX ahora que Juanma Moreno se ha enterado que no le gusta VOX. Claro que con mayoría absoluta sólo se gusta a sí mismo. No era lo mismo cuando no la tenía y precisó de los votos de VOX para encaramarse a San Telmo pese a ser el derrotado. Eso mismo que va a perpetrar ahora Pedro Sánchez. Nunca tan felices fueron con las derrotas. Nunca fueron tan infelices con las victorias. Ganar está sobrevalorado. A Quiñones, al que muchos auguraron cenizas tras el infierno del verano pasado, y él chamuscado hasta las pestañas, el fuego le está dando un respiro veraniego más relajante que el que reciben sus compañeros en agua del mar. El mar, la mar. Quiñones, el sosiego. No se prevén más aspavientos después de la despedida veraniega. La ocurrencia de quitarnos el puente de diciembre de 2024 por arte y gracia de la Consejería de Industria, Comercio, Empleo y Paridas. Come gambas y llámame tonto, tontorrón. En Génova falta un fontanero de los de antes, desatascador de disonancias en los reinos de taifas autonómicos. Cuca Noamarra. Y Tellado no sabe si mata o espanta en A Coruña, a la vista de la que ha dejado en León por meter el cuezo donde no debía.