Fin del minuto de gloria de los pueblos pequeños
AHORA ya sí parece que es el final definitivo del culebrón de la Diputación de Soria, salvo que, como en las series de éxito, alguien se saque de la manga una nueva temporada. La constitución de la institución provincial está prevista para el miércoles. Los diputados habrán perdido un mes de legislatura debido a la controversia sobre la forma de contar los votos en los pueblos de menos de cien habitantes. El Tribunal Constitucional no ha admitido a trámite el recurso de los socialistas sorianos y así ya queda definida para siempre la forma de contar los votos, la que sentenció el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que dio la razón al PP. En los pueblos de 100 a 250 habitantes, como deja claro la ley, los votos de los candidatos de un partido se suman y se dividen por el número de personas de la candidatura hasta un máximo de cuatro, igual que las cruces que puede poner el votante en las listas abiertas que hay en esos pueblos. En los de menos de cien habitantes, como ponen dos cruces, el divisor máximo es ese y no tres, como defendía el PSOE, que aducía que la ley fija solo el cuatro como máximo Bueno, ya da igual, que la cosa queda clara para el futuro. El presidente en funciones de la Diputación, Benito Serrano, que a partir del miércoles iniciará su segundo mandato, dijo el jueves que no es el PP el que gana con la decisión judicial, sino los pueblos de menos de cien habitantes, porque así no se devalúan sus votos. La verdad es que esos sufragios normalmente han tenido poco valor, porque la suma no ha sido nunca significativa, hasta estas elecciones municipales con un resultado tan ajustado en la Diputación que la forma de contar cambiaba de partido a otro la mayoría absoluta. Lo deseable ahora es que el minuto de gloria que han tenido esos pueblos no se quede en eso, sino que cuenten de verdad cuando se toman decisiones, por ejemplo, sobre el reparto de los dineros públicos para diferentes inversiones, porque a veces da la sensación que, incluso en Soria, una provincia tan concienciada con el problema de la despoblación, a esos pueblos se les da por perdidos y solo reviven en épocas como la actual, de veraneo. No hace falta que los pueblos tengan menos de 100 habitantes, ya que si se camina por los que tienen el doble se percibe la sensación de abandono que les provoca incluso cierto miedo. Casi cada vez que se pisa una de estas localidades, muchas de ellas con una riqueza patrimonial impresionante, uno percibe ese sentimiento de soledad y desamparo. Temen a las cámaras de fotos y a la alta difusión que tiene hoy en día cualquier imagen gracias a internet. Si por esas fotos se conocen ubicaciones importantes y alguna forma de riqueza en arte o naturaleza, temen que lleguen los amigos de lo ajeno y se lo quiten aprovechando que los pueblos en algunas épocas es difícil encontrarse con alguna persona.