Diario de Castilla y León

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LA TEMPORADA de conciertos musicales ha empezado hace varias semanas con multitud de citas entre fiestas mayores, como las de Burgos o Soria, o convocatorias privadas como la del Dj Martín Garrix este sábado en Simancas con más de 10.000 asistentes. Entre medio Castilla y León se ve salpicada por una miríada de conciertos de menor tamaño, muchos de los cuales tienen lugar en alguna colegiata o monasterio con un órgano sorprendentemente valioso o una particular acústica de la que suelen sacar partido los conjuntos de música de cámara.  Y con el verano se abre también la temporada de los festivales. Empiezan a volar las entradas para citas como el Sonorama de Aranda de Duero, el más popular hoy en día de cuantos se celebran en Castilla y León, pero ni mucho menos el único ni el más exitoso, porque otras citas festivaleras en su enfoque y orientación a cierto público triunfan por igual. Hay festivales centrados en la música folk, la electrónica, las nuevas tendencias, los encuentros de charangas y, sobre todo, el rock. Burgos se está convirtiendo por mérito propio en la meca del rock y del heavy metal. Lo acabamos de comprobar con la celebración el pasado fin de semana del Zurbarán Rock al que han asistido, gratis, más de 10.000 personas posiblemente más de la mitad forasteros. Esta lluvia fina de conciertos y los chaparrones festivaleros nutren de vida al turismo en nuestros pueblos y ciudades. La música en los últimos tiempos se ha convertido en uno de los principales impulsores del turismo interior. Cada vez hay más personas que se desplazan para disfrutar de un concierto, sea de los pueblos a las capitales de comarca, entre ciudades o hacia otras comunidades. Ayuda a acercar unos territorios con otros y a movilizar el turismo cultural aportando muchos más visitantes que otras expresiones culturales. Cualquier plan estratégico de desarrollo turístico que se pretenda poner en marcha en cualquiera de los municipios de Castilla y León debería valorar este recurso de cara a atraer nuevos visitantes o fidelizar a los que ya son habituales. Muchos pueblos, el mío incluido, ya se han dado cuenta de lo que renta el turismo musical, que es un recurso que, además, cuenta con la ventaja de que suele estar originado y promovido por la iniciativa privada, como es el caso de los ya mencionados Sonorama y Zurbarán Rock. Sólo queda a las administraciones públicas ponerse de su lado y, con amplitud de miras, ofrecer las condiciones necesarias para que la música, los conciertos y los festivales sean también marca de calidad de Castilla y León para enriquecer nuestro perfil turístico.

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