Diario de Castilla y León

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CUENTA EL DICHO que un pesimista es un optimista bien informado. Hay otro que dice que el dinero es miedoso y que las malas perspectivas y las pérdidas hay que contabilizarlas en cuanto se conocen. Aplicando estas máximas del manual del economista catastrofista tendríamos que estar echándonos a temblar. Se ciernen nubarrones sobre Castilla y León en el medio y largo plazo. Unos dicen que es porque hay que volver a retomar el Diálogo Social «para no perder fortaleza» y otros avisan de que es la «pérdida de competitividad» la que nos va a llevar por mal camino de ahora en adelante. Son los diagnósticos que hemos escuchado por parte de algunos de los más reputados analistas de la Comunidad, que son capaces de desarrollar una larga lista de problemas y de remedios de fondo de armario para una situación que posiblemente sea posible analizar en otras claves. Políticas por ejemplo. El día grande de su confederación, el presidente de la patronal burgalesa sí que se atrevió a señalar a los gobernantes como parte fundamental del olvido, retraso y falta de oportunidades que se cierne sobre esta tierra. «Estamos cansados de promesas» clamó. Tenía razón cuando argumentaba que «las sociedades no prosperan con promesas, sino con hechos» y también al quejarse de que nuestra tierra, Burgos y Castilla y León, se ha visto lastrada por decisiones «interesadas en favorecer más otras zonas de la geografía española y autonómica que la nuestra». Ese análisis no suele aparecer en los cuadernos de perspectivas económicas que elaboran los expertos y no por ello es menos cierto que el peso de la política hunde aún más las expectativas de desarrollo de Castilla y León. Cómo se pretende avanzar en paliar el problema gravísimo de la despoblación cuando en España no se percibe que esta Comunidad esté recibiendo los beneficios de una atención estatal que compense los años de olvido y abandono. Quién va a venir cuando se echa de menos incluso por los que aquí vivimos un esfuerzo evidente para la atracción de industrias y fortalecimiento del tejido empresarial. Para más inri, la política en Castilla y León está entrando en la dinámica de la confrontación ideológica promovida por quienes mueven los hilos de la opinión pública desde Madrid. Difícil, con semejantes distracciones, tener la cabeza en dónde hay que tenerla. No digo que en la economía está la clave para corregir todos los desequilibrios que soportamos, pero sin empleo, sin riqueza, nos quedamos sólo con las disputas de salón entre izquierdas y derechas y la gestión de los viejos y los montes, que es lo único que va a quedar como sigamos así.    

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