El asiduo desbarajuste de las Cortes, ahora a costa de la bandera LGTBI
El desbarajuste de las Cortes de Castilla y León y el espectáculo que ofrecen con asiduidad alejan a la institución cada día más de su sentido original y esencial: atesorar la soberanía popular. La ciudadanía de Castilla y León no se siente representada por una institución inmersa en un sainete político constante, donde sus inquilinos, los 81 parlamentarios pagados con los impuestos del contribuyente, se dedican a dirimir sus cuitas partidistas en vez de a buscar y encontrar soluciones a los problemas de la gente.
El último episodio es el de la algarada de la bandera arco iris. El PSOE optó por colgar una enseña LGTBI en sus ventanas ante la negativa de la Presidencia de las Cortes a conmemorar la celebración con ningún símbolo. Y la alternativa de la Presidencia, que debería estar asesorada jurídicamente, para esos hay letrados bien remunerados, fue amenazar con mandar a los servicios de seguridad. Alguien, sobre todo si eres presidente de una cámara legislativa, debería reflexionar antes de parlar. Eso es una manifiesta ilegalidad anticonstitucional. El acceso a unas dependencias de uso privado, como son los despachos de un grupo político, sólo puede ordenarlos una autoridad judicial y ejecutarlo representantes de las fuerzas del orden. Esto no es la casa particular de nadie que puede entrar dando una patada a la habitación de sus hijos a retirarles un póster de un rockero. Pero las cosas están así en las Cortes de Castilla y León que nos cuestan la friolera de más de 23 millones de euros al año a los contribuyentes de la Comunidad.
No sólo le ha sobrado testosterona al órgano presidencial y le ha faltado reflexión jurídica, sino que ha carecido del más mínimo olfato político. La bandera arco iris del PSOE, como han hecho otros grupos en otras instituciones, no hubiera pasado de ser una foto cotidiana con unas declaraciones políticas. El desatino de la Presidencia de las Cortes lo ha convertido en una batalla en la que sólo ha perdido la institución y su rector, el leonés Carlos Pollán. Para este desaguisado sobran asesores, jurídicos y políticos. En este caso el PSOE, involuntariamente y más por deméritos ajenos que por aciertos propios, se ha convertido en el ganador de la absurda batalla por la bandera LGTBI.
Veremos ahora si la Presidencia de las Cortes cumple su advertencia de denunciar en los juzgados la actuación del PSOE con la bandera LGTBI. De hacerlo, sólo incrementará el ridículo y engordará la victoria socialista. No hagas una amenaza ni una advertencia que no vayas a cumplir. Lo que se dice se hace. Y más si quieres resultar creíble en política.