Igea, ¡por dios!, ponnos pingando
Seriamente preocupada anda alguna gente en la política y otras cosas ante la, cierto que remota, pero posibilidad de que al tal Igea se le ocurra elogiarla. Remota porque el ego parlamentario sólo suele ensalzarse a sí mismo para ensimismarse. Pero la posibilidad y el riesgo está ahí. “¡Por dios, que Igea me ponga a parir!”, se escucha en corrillos en las Cortes. El temor se ha convertido en pánico. La última faena, y de las gordas, se la acabada de endiñar a Óscar Puente, del que no hace tanto dijo que era un “macarra de bar”. No se le ocurrió otra cosa al gachó que, sin necesidad ni petición, alinearse en campaña con el no por mucho regidor vallisoletano ¡Oye! paisano o paisana que ensalza, paisano o paisana que va al agujero. No es el caso de Jesús Julio Carnero, regidor en ciernes, que cuando detectó que Igea andaba poniéndolo a caer de un burro por el Twitter, que es ya el único lugar en el que se soporta, respiró más aliviado que el día que salió de la UCI del Río Hortega. Se frotó las manos y se vio en la Alcaldía. La gente de la política y esas cosas anda muy preocupada ante la posibilidad de recibir el respaldo o el apoyo de Igea. Una alabanza suya bastará para enterrarte. Es el caso del pobre Pablo Fernández, al que las urnas del 2022 le sentaron junto al susobicho en el hemiciclo. Ya está haciendo testamento el de Podemos. Y Tudanca no tiene buen aspecto desde que se le acoda tanto en el escaño. Ya sufrió en el silencio de la oposición las almorranas electorales de 2019. García Gallardo se sabe con un esplendoroso futuro a la vista de que Mañueco va como un tiro. Al apocalipsis de Igea le sobran tres jinetes y cuatro rocines. Miren al pobre Mario Simón, al que tanto odió en los orígenes del mandato que hasta el saludo le negaba, lo bien que le iba. Fue ir a ayudar en campaña y se le borró de cuajo la representatividad al regidor palentino. Igea, por dios, ponnos pingando a diario, un par de veces al menos. El día menos pensado hablamos de Pertur.