Castilla y León, la defensa de sus gentes frente a los ataques y los bulos
NUNCA ES tarde si la dicha es buena. Y la Junta, que suele andar escasa de reflejos y de ganas, por fin ha contestado a la ministra y vicepresidenta del Gobierno, Teresa Ribera, que ya ha protagonizado dos episodios de bulos en sede parlamentaria contra Castilla y León. Hablando de Castilla y León mal, como si fuéramos la última moñiga de Europa. Porque con su dificultosa retórica, sólo sabe hablar mal de todo hijo de vecino a no ser que milite en la bancada de Bildu o del independentismo. Que en esos casos mide las palabras para no poner en riesgo el confort de la poltrona y la estabilidad del gobierno. Estaba previsto. No hemos visto a Ribera, presunta feminista, hablar con la misma vehemencia contra la ley de su compañera Irene Montero que ha rebajado la pena a más de un millar de agresores sexuales y ha sacado a la calle de forma anticipada a más de un centenar de violadores. Eso es lo único que ha hecho por el reto demográfico. Repoblar las calles con delincuentes y aliviar la presión carcelaria.
Ha tardado, pero lo ha hecho, el gobierno de la Junta, después de dos andanadas de mentiras contra Castilla y León de Teresa Ribera. Mentiras mezquinas que dedicadas a hablar mal de una tierra como instrumento político para atacar el gobierno del PP y VOX, que sería lo legítimo. Porque seguro que si se molestara un poco encuentra argumentos de crítica política, más allá de un argumentario manido y ramplón de sus compañeros de Castilla y León, que tampoco son muy dados al trabajo y limitan su papel de oposición a estirar durante un mes un corta y pega y alguna frase que creen efectista.
Confiemos en que la Junta se muestre algo menos pusilánime de lo que ha estado hasta ahora, no en defensa de los intereses del gobierno y los dos partidos que lo sustentan, sino en defensa de Castilla y León y su gente. No es que Ribera haya quebrado el respeto institucional, que ese es un asunto más de políticos que de ciudadanos, es que ha sido insultante contra los habitantes de esta tierra, que con su esfuerzo fiscal y su trabajo son los que, por ejemplo, sostienen los 3.650 consultorios del medio rural o las escuelas de tres niños en lugares perdidos y olvidados por la política, especialmente el departamento ese inservible del reto demográfico, que sólo sirve para apoltronar amiguetes. Lo que no hay son cuarteles, que son un servicio público de seguridad imprescindible para mantener el medio rural, pese a que los pagamos con nuestros impuestos. No se olvide la digna Ribera que lo que tenemos lo pagamos con nuestros impuestos. Y no se olvide la Junta que cobran por defender a esta tierra y sus habitantes.