Diario de Castilla y León
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HAY OCASIONES en las que las encuestas son un mero trámite que confirma lo que dice el sentido común. Y la de RTVCyL de Soria dice lo que sabe todo el mundo en Soria e incluso fuera de Soria, que el ya dos décadas alcalde, el cada día menos joven, el socialista Carlos Martínez Mínguez, un tipo cercano y amable, está intratable. Su hegemonía se prolongará otro mandato más, sumando su cuarta mayoría absoluta en tiempos de pactos y componendas inverosímiles para tocar pelo de poder. Eso dice mucho de la responsabilidad de Mínguez. Pero también bastante de la culpa del PP en una provincia de la que salieron nada menos que dos presidentes autonómicos, los entrañables Juan José Lucas y Jesús Posada, dos de los políticos más avispados y socarrones que ha dado Castilla y León, que ahora sólo da siesos y amodorrados, cuando no llorones y haraganes, pero siempre engreídos y ensimismados en su inocuidad. Pues ahí está el en otro tiempo jovencísimo Martínez Mínguez para poner un resultado incontestable en un tapete de mapas municipales ajustado y en ocasiones alicatado. Y este asunto es lo que está llevando a los urdidores orgánicos a querer ascender al de Soria al cetro regional para tutelar la sucesión que llegará tras las generales. Lo que viene a ser el control previo  para el reparto posterior. No han contado con los que ponen la masa crítica al concepto regional, que no son otros que Valladolid y León. Debería preocuparse Carlos Martínez de que algunos de los suyos le quieran tanto. Que procure que le quieran menos. Al PSOE sólo le queda una opción de relevo para afrontar un intento en las autonómicas de 2026, que es cuando serán. Y la opción, se mire por donde se mire, es femenina. No hay otra. Se diluyó con el experimento de Madrid la de Reyes Maroto, que quería, y ahora hay que abrir el melonar. A no ser que alguno vaya cinco minutos antes al registro civil y se cambie de género para que le salgan los números.

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