Diario de Castilla y León

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ETA acaba de presentar en sociedad su catálogo 2023. ETA, ya saben, bajo las siglas de la banda que se ha subrogado en su patrimonio (a)moral y hematológico. Para los consumidores hospedados en las letrinas ideológicas de la izquierda nacionalista vasca son de especial interés los novísimos modelos de urnas electorales. El interés mayoritario se ha centrado en las que ofrecen el formato de piso franco, aunque tampoco han pasado desapercibidas las que semejan un zulo con una leve ventilación superior, que además de suponer un bello y enternecedor detalle de humanidad, permiten introducir el voto. Este modelo de urna ‘zulo’ es, además, una hermosa metáfora sobre los denominados votos cautivos, que en este caso pasan a denominarse ‘secuestrados’. El acto de presentación corrió a cargo del diseñador de estrategias criminales Otegi, ahora travestido de embaucador de negocios de estafas políticas piramidales.

Sin el apoyo del Gobierno de España, nada de esto sería posible. A fin de cuentas Sánchez y aquellos gloriosos gudaris comparten un objetivo común. El poder al precio que sea. Y, de momento, nada desmiente que en un intercambio de lugares y fechas hubieran actuado de modo diferente. Como presunción menos grave el actual presidente del gobierno español hubiera formado parte del PNV, entonces y ahora, al que de los atentados criminales de la banda terrorista solo le molestaba que la onda expansiva agrietara los cristales de Ajuria Enea.

ETA mató a 138 ciudadanos (sin contar heridos y secuestrados) naturales de Castilla y León, pero el líder (es un decir, disculpen la hipérbole) socialista Tudanca no ha manifestado una mínima discrepancia con la inclusión de 44 terroristas en las listas de EH Bildu. No vaya a ser que Sánchez le aparte de la delegación comercial de este negocio que tanto les une, y que en otro tiempo fue un partido que cumplía con los mínimos estándares morales y de decencia.

Ya en 1999 cuando Euskal Herritarrok nombró al asesino Josu Ternera su representante en la Comisión de Derechos Humanos del parlamento vasco comenzamos a comprender cómo la democracia, cuando no se asienta en pilares que sustenten una sólida y coherente base legal, carece de defensas ante determinados ataques.

Ahora, un tiro en la nuca deja a la democracia tumbada en una acera cualquiera de esos municipios vascos en los que se negaba el funeral católico a los asesinados y se recibe con vítores a los criminales. Un territorio de gentuza fascista en el que la vida de quienes no eran de su tribu era un estorbo. Tratan mejor a sus perros, lo que explica su genética moral.

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