Diario de Castilla y León

EDITORIAL

La insensatez de la CHD regalando el agua que no sabemos si tendremos

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la transparencia y  la práctica de la verdad son dos cualidades esenciales para el ejercicio honesto de la política. Pero es algo que los políticos españoles, y con especial incidencia en Castilla y León, siguen sin comprender ni querer practicar. Sólo les gusta pregonarle al contrario lo que ellos no hacen. La Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) está enormemente alejada de esta tesis desde hace varias etapas. Nada que ver con la gestión brillante, transparente, cercana y accesible que practicó el que fue su mejor regente, el socialista vallisoletano Antonio Gato. La nueva presidenta, la socialista soriana María Jesús Lafuente, nueva en estas lides de la alta política, parece que no ha entendido que el asunto del agua, además de adquirir un relieve enorme por la sequía que ha motivado que el gobierno que la nombró haya celebrado un consejo de ministros específico, debe ser uno de los más transparentes y cristalinos de la gestión pública. El caso es que no lo ha entendido y ha preferido ocultar el motivo del que se estén vaciando los pantanos de la cuenca del Duero en Castilla y León a destiempo. Hoy ya lo sabemos, porque frente a la opacidad de la CHD está el periodismo de El Mundo de Castilla y León. Lo que estaba ocultando la CHD es que en ese antidiluviano convenio de Albufeira por el que hay que mandar agua a Portugal, aunque no haya suficiente para los agricultores y consumidores de Castilla y León, ya se ha cumplido con creces a mitad de año hidrológico. Y aún así estamos en deuda porque los desembalses a los que obliga el convenio tienen unos mínimos trimestrales. Y esto pasa mientras el gobierno de Pedro Sánchez, que es quien rige los destinos de la CHD, adopta un consejo de gobierno extraordinario para afrontar los riesgos de la sequía para la agricultura. Es decir, estamos derrochando el agua que no sabemos si vamos a tener en agosto y septiembre, que son los meses claves. Agua de la que también se nutren y enriquecen las eléctricas, que convierten cada turbinado en más dígitos para sus indecentes beneficios, mientras a los ciudadanos la luz les sale más cara que nunca.

Lo que está haciendo la CHD contraviene no sólo la alarma que hay entre los agricultores, sino la propia política extraordinario decretada por el gobierno contra la sequía y que ya se está notando en restricciones. Es un verdadero desatino del cual debe dar explicaciones la presidenta en vez de esconderse. No se puede regalar a nadie el agua que no sabemos si tendremos para nosotros, aunque los embalses estén al 74% ahora. Porque lo que importa es cómo estarán en verano con el regadío en plena ebullición.

Una insensatez, con el agravante de ocultación. 

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