Simulacro de tragedia electoral

LO CIERTO es que los bomberos son de los tipos más espabilados que conozco. Por eso no les pillan. Cursan, como ayer en el Matacán, pruebas empíricas de lo que augura la razón pura teórica. Es decir, van de Descartes a Hume sin pasar por Hegel, que es lo que ordena la lógica aristotélica. Simulacro de accidente aéreo. Dios no lo quiera. Saben de qué va el asunto. Pues algo así deberían hacer los candidatos al 28 de mayo. Especialmente algunos candidatos. Simulacro de masacre electoral. Porque a alguno no le apaga el sofocón nocturno que se va a llevar ni todo el cuerpo de bomberos de Burgos y León con apoyo técnico del de Valladolid. Las urnas traerán tragedias, catástrofes y alguna escabechina. Todo en tono político. Es decir, tras el desastre, puestazo al Senado o al Congreso a cobrar 120.000 eurazos por hacer lo que hacen los parlamentarios de las Cortes de Castilla y León: entre nada y menos. Estaría bien que los equipos de los candidatos pusieran a prueba los nervios y la capacidad de sufrimiento de sus cabezas de cartel, para evitar que alguno acabe hiperventilando dos horas y media después de cerrar los colegios electorales. Los bomberos son gente espabilada y generosa que van con una manguera y una escala ayudando a las gentes. No como los de Tráfico que ahora ya no van con porra. Van armados con datáfono para meterte un estacazo de 50 euritos por pronto pago sin bajarte del coche. Está claro que los agentes están para ayudar. Para ayudar al Estado en su desmedido afán recaudatorio. Y no saben ya lo que inventar para multarte a toda costa. La recaudación crece como si estuviéramos en bonanza. Los muertos sobre el asfalto no merman. La tragedia que no cesa. A partir de ahora a las operaciones especiales de Tráfico deberían rebautizarlas como operaciones especiales de extorsión viaria. Con una foto del necio Pere Navarro en un helicóptero con el piloto ese que  llevaba más coca encima que una planeadora de Sito Miñanco.