Diario de Castilla y León

EDITORIAL

La seguridad rural también es un servicio contra la despoblación

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la situación de la seguridad en Castilla y León es sumamente delicada, por mucho que los responsables gubernativos traten de endulzar la realidad. Castilla y León es un lugar ineludible de paso. De muchos pasos y tránsitos. Pero también de paso de la delincuencia y el narcotráfico que transita hacia Europa desde las nuevas rutas en Portugal, el Estrecho y también Galicia. Y sin embargo, Castilla y León sigue desatendida en medios materiales y humanos. Plantillas escasas para atender no a una población cada vez más menguante, pero sí  a un territorio inmenso y cada vez más abandonado en materia de seguridad, con el cierre de cuarteles o la inexistencia de algunos que apenas abren unas horas a la semana para registrar trámites o denuncias menores. Y eso se traduce en que las estadísticas de los delitos siguen en aumento. 

Castilla y León requiere un refuerzo de efectivos, pero también exige que al frente de los cuarteles y comisarías estén mujeres y hombres de máxima profesionalidad. Y que esos destacamentos ni sean un lugar de paso para mejores y más brillantes destinos ni peldaño cómodo antes de la jubilación. Castilla y León ha tenido brillantes agentes al frente de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. Sólo hay que volver la vista atrás y hacer memoria de hace algunos años. Sin embargo, no es la tónica más reciente. Y quien lo dice son los propios colectivos profesionales, pero también la tasa de chapuzas cosechadas en los últimos tiempos. Un paradigma de esas chapuzas, por lo mediático, es el ‘caso Esther López’, la joven de Traspinedo que apareció muerta en una cuneta tras 23 días desaparecida y del que la mejor conclusión tras año y pico de instrucción es que los investigadores sólo han dado palos de ciego, con ansiosas teorías sin sustento probatorio y sin un relato más allá del de construir un culpable para cubrir la ineptitud.

Valladolid es un caso paradigmático. Por su posición geoestratégica y por atesorar la comandancia de la Guardia Civil más convulsa y repleta de líos y problemas de toda la geografía de Castilla y León. La desidia del Ministerio del Interior agrava la situación. Casi tres meses ha estado descabezada, aunque quizás en mejor situación, a la vista de lo que había. Tres meses descabezada pese a las urgencias de regeneración de unas dependencias que acogen a magníficos profesionales, pero timoneados por el ejército de Pancho Villa que sólo ha cosechado escándalos, escarnios, ineficacia y ridículos. La seguridad también es un servicio ineludible para combatir la despoblación en el medio rural, tan importante o más que la sanidad y la educación. Alguien debería tomar nota.

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