Caerse del guindo
NO HACE TANTO, cuando alguien osaba levantar su voz contra esta Comunidad, engendrada de la mecedora mano del paramés Martín Villa, que pegó una amalgama de provincias sin sentido, salían todas las huestes políticas y se abalanzaban contra aquel que se atrevía a decir en público lo que todo el mundo sabe: que ni hay, ni ha habido, ni habrá un sentimiento regional de Comunidad.
Pero hete aquí que ahora las cosas han cambiado y esas voces que niegan el sentimiento de Comunidad emanan de la propia política. Y no de los irreductibles galos de la UPL, ni del alcalde socialista de León, otro irreductible. Hasta el regidor de Valladolid alza la voz y deja claro que no existe ese sentimiento y que lo que sí hay es «un problema de falta de identidad» en esta tierra. Sólo han necesitado 40 años para darse cuenta. Lo que aún no han sido capaces de reflexionar los políticos, y mucho menos de asumir, que son ellos, los políticos, todos sin excepción, los culpables de que no exista este sentimiento de Comunidad y de que nunca vaya a existir. Y para muestra, el espectáculo dado con motivo de la fiesta del Día de la Comunidad y de la entrega de los Premios Castilla y León. Unos, dando un platón injustificado a los premiados, por razones políticas, sus razones políticas; otros, dando plantón a los ciudadanos en Villalar, que guste más o menos es la fiesta que está señalada en el Estatuto de Autonomía como el Día de la Comunidad, también por sus razones políticas; y, por último, otros yendo a Villalar, sí, pero marchándose con rapidez. Y todos, al unísono, lanzándose reproches y echándose en cara, de nuevo, sus razones políticas, las de cada uno. Y, entre medias olvidando que, por razón de su cargo, todos sin excepción tienen que estar en un sitio y en el otro, en Villalar y en los Premios Castilla y León, les guste o no. Se lo deben a los galardonados, a los castellanos y leoneses, pero es que además les va en el cargo, porque juraron o prometieron defender el Estatuto de Autonomía y cobran por ello su buena soldada al mes. Esas deberían ser sus razones y no las políticas de cada uno, que son las únicas que esgrimen. ¿Y de verdad se extrañan de que no exista un sentimiento de Comunidad después de 40 años?
Aquí los que pueden esgrimir sus razones para ir o no a Villalar, que a los premios sólo se puede acudir con rigurosa invitación, son los castellanos y leoneses. Ellos son los únicos que están en su derecho de creer si esa fiesta está justificada o no, si les representa o no y, por tanto, si entienden que debe celebrarse o no. Lo que tienen claro los ciudadanos desde hace tiempo es la ausencia de ese sentimiento de Comunidad. Pero por si aún les quedaba alguna duda, la lamentable actuación de los políticos en el último Día de Castilla y León las ha despejado todas. Unos políticos que ahora se caen del guindo del sentimiento de Comunidad al que muchos nunca nos hemos subido.