Lecciones de la Casa Blanca
ES CURIOSO darse cuenta de la influencia de la cultura televisiva ha alcanzado en este juego de tronos que es la política actual. El exvicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, acudió al Palacio de la Zarzuela cuando aún encarnaba al enfant terrible de la política estatal con un regalo para el Rey, precisamente una edición de lujo de la popular serie rodada en parte en Castilla y León. A su socio de Gobierno y actual presidente, Pedro Sánchez, se le atribuye por parte de cierta corriente de opinión una gran influencia en su manejo de los tiempos políticos procedente de la excelente serie ‘El ala oeste de la Casa Blanca’, accesible para cualquiera en las diversas plataformas. En este manual del nuevo político los asesores del presidente desgranan en tropecientos episodios los trucos más refinados en la democracia de mayor presión política y mediática del mundo sobre su presidente. La teoría del ciclo de noticias que se enuncia en los primeros compases de la serie se aplica día a día en España. También desde La Moncloa, aunque aquí prefiere hablarse de cambiar el relato, lo que no es otra cosa que echar carnaza a la maquinaria mediática para que se deje de hablar de cierta temática incómoda para el poder y se ponga el foco en otros asuntos más favorables o se pase al ataque con el adversario ideológico. Esto es precisamente lo que ocurrió el día 12 de abril cuando el presidente del Gobierno acudió a Burgos en su condición inseparable de secretario general de los socialistas de España para arropar a su candidato a las municipales en la capital burgalesa. En su discurso, tras golpear a la derecha, a la ultraderecha y esquivar una protesta de afines al pueblo saharaui, Sánchez ejecutó a la perfección la maniobra de variar el ciclo de las noticias e introducir un nuevo tema que desde ese momento se ha convertido en el centro de todas las polémicas: Doñana. La verdad es que su discurso sonó raro rodeado de los candidatos del PSOE de Burgos y de simpatizantes locales. Ese «Doñana no se toca», que lanzó en Burgos como un eslogan a ver si prosperaba, se convirtió en la muleta que le valió al presidente del Gobierno para ausentarse de la votación en el Congreso de la reforma de la Ley del Sí el Sí. Sánchez y la maquinaria monclovita dejaron a Podemos porfiando, al PP pactando la reforma de esa ley Montero por un lado y defendiéndose de la polémica de Doñana por otro. Y Sánchez, entretanto, contempla desde las alturas lo bien que le aprovechan las lecciones desde la Casa Blanca. Queda un mes para las elecciones municipales y alguno ya está repasando la serie por ver si aprende de política. Otros se vuelven a ver ‘Los Soprano’, porque quizá se ven más a gusto en ese papel.