Diario de Castilla y León

FELIPE RAMOS

Apoltronados en los insultos y en la nula productividad

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PODRÍA SER por  la cercanía de la campaña electoral de las municipales del 28 de mayo, que seguro que algo hay porque los políticos, todos sin excepción, sólo se mueven cuando ya otean las urnas por aquello de mantener la poltrona, pero no es el caso. Y no lo es  porque ese 28 de mayo en Castilla y León ni uno solo de los 81 procuradores que asientan sus reales posaderas en la Cortes autonómicas se juegan su poltrona. La tienen garantizada otros tres años, al menos que al presidente de la Junta le diera por apretar de nuevo el botón rojo de adelanto electoral como ya hiciera aquel 20 de diciembre de 2021.

Lo que sucede cada quince días en ese mausoleo de Parlamento autonómico, que se levanta en la avenida de Salamanca de Valladolid,  es la demostración palmaria de que lo que allí se debate no se hace por el bien de los castellanos y leoneses. Lo que allí se debate es para el lucimiento personal de cada uno de estos políticos que no ven ni les importa más allá de su ombligo.  Un lucimiento que, además, jalonan de insultos y de improperios. Y, lo peor, es que se creen que son los mejores del mundo porque cuando sueltan la barbaridad más grande los suyos, los de su bancada, les aplauden. No se dan cuenta de que ninguno de los ciudadanos de Castilla y León les escucha porque nada de lo que dicen les interesa. ¿Por qué? Porque no hablan de sus problemas, de lo que les afecta, de cómo pueden mejorarles la vida. En definitiva, de aquellas cuestiones para las que son elegidos, las que prometen en campaña. Ahora volverán a hacerlo para la municipales, y que después casi nunca cumplen.

Los debates que se viven en los plenos cada quince días o más, que estos apoltronados llevan los períodos vacacionales a rajatabla, son cada vez más estériles, a la vez que insufribles para aquellos que, por razón de trabajo y profesión, tienen que escucharlos.  Harían bien en pararse y reflexionar sobre lo que están haciendo o, más bien, sobre lo que no están haciendo. Las Cortes no pueden ser el cortijo que utilizan estos apoltronados para, de cuando en cuando, levantarse desde su poltrona, o subirse al estrado de los oradores y soltar su discurso bien adornado de insultos, que ya se encarga el que preside todo el circo de retirarlo del diario de sesiones, porque sí, porque él lo vale. Debería saber quien dirige el debate desde su poltrona de la Presidencia que su trabajo, más allá de dar paso a sus señorías y apagar y encender micrófonos, pasa sobre todo por evitar que las Cortes se conviertan en un espectáculo nada edificante, y mucho menos constructivo, con debates apoltronados en el insulto y en la nula productividad.

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