Diario de Castilla y León
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POR FIN se ha decidido adelantar y reforzar el operativo contra el fuego en la Comunidad. Una buena noticia de la que no puedo más que congratularme, máxime después de haberlo pedido yo desde esta misma columna. «Nunca Castilla y León había tenido un operativo igual en esta época del año», ha dicho el consejero reconociendo, aunque fuera implícitamente, que antes se quedaban cortos. Ojalá que los operativos se aburran de tanto mirar el monte sin tener que hacer nada porque la fortuna ha alejado las chispas del infortunio. Si fuera tan fácil siempre ya tendríamos arreglado lo del lío del corredor atlántico en Burgos, que estar está, pero quiere estar más y mejor. Con esto del corredor Atlántico a Burgos le pasa como generalmente a Castilla y León, que dónde se reparte el bacalao pintamos más bien poco. Así que parece que en vez de ser hijos pródigos simplemente no nos sentamos a la mesa del Padre, valga la analogía religiosa hoy que estamos en Jueves Santo. Quizá la razón de que Burgos se quede en la Europa League de la logística ferroviaria sin poder subir a la Champions esté en que la capital burgalesa queda demasiado cerca de Vitoria. Es lo que tiene que ningún gobierno, sea del color político que sea, haya cumplido con lo que promete a Burgos, que a uno le da por pensar que a lo peor les habría prometido antes todo lo contrario a otros. Conseguir que Burgos entre en la red básica del corredor atlántico es cuestión de cumplir una serie de requisitos que dependen, principalmente, de decisiones políticas e inversiones desde Madrid. Si en La Moncloa así se decidiera, Burgos estaría en condiciones de ser incluido en el mapa de la red básica. Bastan unos millones por aquí y unos anuncios de inversión y proyectos de actuación por otro lado para plantarse en Bruselas con un plan para cambiar las cosas. No se ilusionen, que no sucederá. Ni el Gobierno se inclina a dar el paso ni nadie en Burgos es capaz de influir en ellos. De hecho, la nula capacidad de presión de Burgos en el ámbito nacional es una de las causas de los proverbiales retrasos en las infraestructuras de la provincia. Si el tren de alta velocidad no tuviera como destino final el País Vasco quizá se hubiera parado en Valladolid. Aunque mis queridos sorianos se lamentarán de que ellos están peor. Y tendrán razón. A diferencia de Soria, Burgos carece de algún partido localista que levante la confianza ciudadana y sea capaz de elevar la voz en su nombre. No digo que no haya partidos cuyo ideario no se aleja de la pata del Cid. Lo que remarco es que a los electores no les inspira confianza pese a que puestos a tirar el voto, en Burgos tampoco somos muy melindrosos tal y como se puede comprobar en la historia electoral democrática.

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