No se vayan todavía, aún hay más
PUES NADA, parece claro que en las Cortes de Castilla y León no va a haber nunca un pleno tranquilo. Es decir, de debate; de discrepancias, fuertes pero discrepancias políticas, sin entrar en lo personal, sin insultar, ni ofender; de confrontación de ideas, dispares, pero ideas al fin y al cabo. No, ese tiempo de la política de las ideas y del debate entre diferentes se ha acabado, vamos que ha pasado a mejor vida. Al menos así se empeñan en demostrarlo cada quince días en el Parlamento autonómico sus 81 procuradores.
Ahora lo que se lleva es el exabrupto, el insulto, la ofensa al otro, ya sea de palabra, obra y omisión. Y lo que se ha dejado de llevar es el ‘yo confieso’, y mira que presumen de católicos unos cuantos. No es que se insulte o que se menosprecie al otro, es que cuando se produce nadie se disculpa, nadie pide perdón. Ni siquiera tiran de hipocresía, como el hoy emérito y en ese momento rey, con su aquel, «lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir», tras ser cazado de juerga y cacería de elefantes a costa del dinero de todos.
No, en la política actual lo de reconocer el error y pedir perdón ya no se lleva, pasó a mejor vida. La ‘peineta’ que cazaba el VAR a Alfonso Fernández Mañueco es un gesto obsceno, ofensivo e inapropiado se haga en las Cortes o en un campo de fútbol, donde también te puede pillar el VAR, salvo que seas del Barça, claro. Y ante el mismo no vale decir que no es su estilo o que estaba de espaldas a los que se han sentido ofendidos porque viene a abundar en la ofensa. Claro que no es su estilo, y su larga trayectoria en política así lo demuestra. Y ante eso sólo queda marcarse un emérito, reconocer su error y pedir perdón, porque ese sí es el estilo del presidente de la Junta, y su trayectoria política también lo demuestra.
El problema está en que las Cortes de Castilla y León se han convertido en un jolgorio, sin que quien tiene que arbitrarlo haga nada por atajarlo. Ni el árbitro ejecuta su trabajo ni el VAR sirve para nada. El mausoleo de las Cortes es cada vez más eso, un mamotreto de edificio al que ya ni miran los castellanos y leoneses porque nada bueno sacan de todo lo que entre sus paredes se dice y se hace. El desapego de los ciudadanos con aquellos que asientan sus posaderas, en muchos casos para calentar el asiento y de paso llevarse calentita a casa la soldada por no hacer nada más que apretar un botón, y a veces ni de eso son capaces, debería hacer reflexionar a los políticos. Pero descuiden que no lo harán y más pronto que tarde volverán a las andadas. Así que no se vayan todavía, aún hay más.