Diario de Castilla y León

EDITORIAL

Curados de espanto de mesías cargados de empleos e inversiones

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Estamos más curados de espanto en Castilla y León con el desembarco de supuestos mesías que venían cargados de millones de inversiones y decenas de miles de puestos de trabajo que se diluyeron en medio de la ansiedad y la imprudencia política. Casos recientes en Salamanca como el de los falsos jeques, con un falso mediador contratado por el propio Ayuntamiento, el de la factoría farmacéutica de Barbacid, que no tiene inversores, y si nos vamos más lejos está el paradigmático Biomédica, que llegó a poner la primera piedra (y la última) en unos terrenos con todas las autoridades presentes. 

Inobat es uno de esos casos que requiere, además de prudencia, cautela. Inobat existe. Está claro. Pero no ofrece seguridad alguna de cuáles son sus planes en Castilla y León, más allá de una visita ministerial y un protocolo de intenciones firmado con las administraciones nacional, regional y local. Es más, ofrece dudas. Serias dudas. Dijo que en noviembre decidiría el lugar de la supuesta gigafábrica de gigabaterías. Noviembre ha pasado, vamos camino de abril, y no hay decisión sobre el asunto. Fundamentalmente porque para instalar esa gigafactoría de la que hablan hacen falta unos gigaterrenos de los que no disponen.

De momento todo son intrigas y sugerencias, como el supuesto comunicado del pasado viernes a las diez de la noche, que llegó a algunos medios a través de un despacho de Madrid. El portal de Inobat no registra nada de ese comunicado, que por otra parte no dice nada nuevo, más allá de que hay contactos y conversaciones.

Inobat tiene una patente para fabricar gigabaterías de 32GB para almacenar supuestamente la energía de los molinos de viento. Una patente que tiene que desarrollar. No está plasmada de momento en la realidad. E Inobat además no dispone de fondos para llevar a cabo esa inversión de 3.000 millones de euros. Busca inversores. Son un grupo de brookers con sede en Eslovaquia. El caso más palmario es el del ejecutivo Andy Palmer, conocido en estas latitudes por su vinculación a Nissan en los tiempos en los que a Nissan Ávila tuvo que salvarla José Vicente de los Mozos desde la Alianza Nissan-Renault. El tal Palmer reapareció montado en un autobús de Switch, otra industria en ciernes, aunque parece que con más solvencia, y, de la noche a la mañana, desapareció de la marca de los autobuses. De repente ha aparecido en Inobat.  La credibilidad de una empresa se mide por su transparencia, algo de lo que, de momento, carece la eslovaca Inobat, que arroja muchas sombras sobre su forma de operar en este asunto.

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