Diario de Castilla y León

JAVIER RAMÍREZ UTRILLA

Injusticias de género

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ES CIERTO que los avances del feminismo en estos últimos años han sido notables. Las políticas de igualdad , la perspectiva de género, la ley del ‘sólo sí es sí’ o la ley trans son buenos ejemplos de ello pero ¿qué pasa con las personas de género no binario? Son los grandes olvidados de cualquier iniciativa a favor de la igualdad de género.

Ahora que está en tramitación la ley trans conviene aclarar ciertos conceptos clave en este ámbito. Para, quienes como yo, no estén muy familiarizados con el mundo trans todo esto les puedes sonar a broma, a cachondeo o a tomadura de pelo, pero no lo es, no sé si porque se nos ha ido la cabeza del todo o porque estamos ya completamente fuera de la realidad de este planeta. El caso es que las personas de género no binario se definen como aquellas que asumen una identidad de género fuera del binarismo tradicional dado que su identidad autodesignada no se percibe ni masculina ni femenina. Es decir aquellas personas que no se sienten ni hombres ni mujeres. Insisto, no es una broma. Además no tiene nada que ver con la orientación sexual, es decir con que les gusten las mujeres o los hombres. La cuestión se complica aun más con otra categoría muy reconocida en el mundo trans que son los de género fluido. Sin duda los más listos. Estos son los que unos días se sienten mujer y otros hombre sin que tengan una determinación de género clara y, por supuesto, al margen de su orientación sexual. El hecho de que te gusten las mujeres o los hombres nada tiene que ver con el género fluido. Te pueden gustar las mujeres con independencia de que te sientas hombre o mujer según el día y viceversa. O no, si eres bisexual, en cuyo caso el nivel de diversidad y versatilidad de género no tiene límites. A ver quién regula eso.

Insisto en que todo esto puede parece una locura pero conviene tener en cuenta, antes de meterse en regulaciones como la ley trans, el melón que estamos abriendo para no arrepentirnos luego de los «efectos indeseados» como nos ha pasado con la del «sólo sí es sí». A ver cómo encajan los no binarios o los fluidos (por no hablar de los cuirgéneros o pangéneros) en las iniciativas de discriminación positiva a favor de las mujeres, en las políticas de empleo, en las actividades deportivas, en la gestión de subsidios y subvenciones o en la ley de paridad recientemente anunciada. ¿A ver por qué  los pobres no binarios que no tienen culpa de nada no van a tener derecho a ocupar la mitad de los consejos de administración del Ibex? Ya está bien de discriminaciones de género. Aquí, o fluimos todos o se rompe la baraja.

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