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EN MI PREHISTORIA profesional ejercí de asistente de prensa en un efímero partido político local tan independiente como interesado que fue capaz de obtener un concejal en las elecciones municipales. Eran tiempos de propaganda política en sobres y buzoneo masivo con montones palés de cartas entregados en Correos esquivando a quienes pretendían hurtar el valioso censo electoral para revenderlo con fines publicitarios. Una época de coches con megáfono y pegada de carteles como Dios manda, con escobón y engrudo a las doce de la noche. Lo más moderno de aquella campaña eran las cuñas de radio que reproducíamos a todo volumen por unos altavoces enormes o las de la televisión local, que daba sus primeros pasos. Los mensajes políticos apenas han cambiado desde entonces y la esperanza de ver jugar al Burgos CF de nuevo en Primera sigue en el bagaje político de alguno de los candidatos. Lo que sí ha evolucionado es el escenario político en el que se va a desarrollar la nueva campaña electoral hasta el mes de mayo. La digitalización es mucho más que una realidad y de concebirse como un proceso ha evolucionado a un fin en sí mismo. Inacabable e inabarcable. Los políticos han venido dando sus pinitos en la arena digital con más o menos fortuna. En Burgos los aspirantes de los dos partidos mayoritarios son asiduos de las redes en las que se han ido fogueando contra los troll de toda especie. Pero la propia naturaleza del proceso de transformación digital deja atrás rápidamente a quien carezca del necesario espíritu de actualización, investigación o curiosidad en este entorno digitalizado. El candidato socialista se ha estrenado como creador de contenido en streaming con un canal en Twitch en el que se le ve suelto pero fuera de su hábitat y totalmente ajeno al lenguaje y formas de esta red social. Poca influencia tendrá en la elecciones, pero supongo que entendió que tenía que estar ahí. Su principal oponente lleva años hablando a cámara en sus redes sociales en monólogos bien preparados pero en formato 2.0 y hoy las redes piden interacción en diferentes niveles. En este pantalla del videojuego político se han quedado otros partidos que usan las redes como canal para transmitir sus soflamas sin intermediarios. Convencidos los quiere Dios, así que no evolucionan. Sea como fuere, la digitalización aún es un experimento pendiente en esta campaña mitad on line y mitad analógica en la que ya ha saltado la anécdota con la peculiar furgoneta rotulada como el Equipo A, que ha puesto a rodar por Burgos la candidata popular. El soniquete del Equipo A de Ayala hace levantar la ceja a los transeúntes y quien sabe si para bien o para mal. Habrá que ver qué inventan para la pegada de carteles.