Cascajares ha hecho lo primero y más necesario: echar a andar
APENAS dos semanas ha precisado Cascajares para sacudirse el susto del incendio que consumió su fábrica del polígono de Dueñas y ponerse a producir de nuevo. La empresa está poniendo en el mercado ya cerca de 40.000 kilos de su catálogo de productos, lo que no es poco logro para haber tenido que reprogramarse por completo y adaptar una factoría en la que cuenta con 58 empleados. Cuando el Rey Felipe visitó a la plantilla de la empresa después del catastrófico incendio animó a la empresa a recuperar la actividad «lo antes posible».
Dicho y hecho.
El empujón real y las ganas de empresarios y trabajadores por mantener la compañía en funcionamiento han permitido que a estas alturas se estén produciendo al mes 4o toneladas de producto en La Cistérniga, en Valladolid, donde recomenzó su producción el 10 de febrero. Lógicamente esta capacidad productiva queda por debajo de los 110.000 kilos de carne de pavos, capones y gallinas, entre otros, que Cascajares podía poner en el mercado desde la fábrica que ardió, pero si algo puede aprender esta empresa de la experiencia de otras que han pasado por un trance similar es que la mejor manera de volver a poner en marcha un tren descarrillado es hacelo cuanto antes. Salvando las distancias en cuanto al tamaño de ambas empresas, Cascajares puede sacar partido de la experiencia de la también empresa cárnica Campofrío, cuyas instalaciones en el barrio burgalés de Gamonal ardieron de punta a cabo. Hoy, esa fábrica se cuenta entre las más modernas de Europa en el sector, es un modelo de innovación y ejemplifica cómo la industria 4.0 ha llegado para quedarse al tejido empresarial de la Comunidad. También el Rey Felipe visitó Campofrío para inaugurar esa fábrica tras el incendio y se deshizo en elogios por los avances incorporados. Cascajares está operativa y recuperando la capacidad de producción. Está generando ventas a la vez que planifica su reconstrucción, para la que contará con ayudas públicas. Debería ser capaz de transformar una desgracia en forma de incendio que consumió su fábrica en una oportunidad de asegurarse el futuro en un entorno competitivo complejo, en el que la gestión de los insumos, los procesos de fabricación, los canales de venta y la gestión del capital humano precisan de un grado de optimización que para Cascajares es ahora factible que pudiera organizar desde cero porque el fuego les llevó a ese punto. A tener que reinventarse. De momento ya se han puesto en pie, ahora necesitan echar a andar y decidir hacia dónde.