Llega la Cuaresma
EN UNA COMUNIDAD con tan enorme cantidad de pueblos, sólo en Burgos hay 1.214 de los que 371 son municipios, el catálogo de tradiciones particulares es inmenso. Esta época de carnaval que acabamos de despedir es especialmente rica en rarezas convertidas en costumbres particulares de cada pueblo, aunque también se comparten algunos ritos. Como el de los mozos dispuestos a arrear a vecinos y visitantes a la menor oportunidad. En mi pueblo, la perla de los Pinares sorianos, se vive la ronda popular el martes de carnaval con aires de celebración grande. De hecho optamos a que se le conceda el título de fiesta de interés general, que no sé a qué espera la Junta para concederla. La gracia de esta centenaria tradición es que la ronda recorre el pueblo cantando o ajustando cuentas con coplillas ingeniosas, que algunas escuecen más que otras. Acompañados de guitarras, laúdes y bandurrias se repasa la vida en el pueblo en el año anterior. La tradición dice que hay que seguir a la ronda y ¡ay del que se escape! En ese caso los mayorales, que son dos mozos de 28 años elegidos provistos de largas varas de avellano, y los motriles, que son los quintos de 18 años armados con cinturones de cuero, se encargan de poner orden. El que se escapa de la ronda se lleva unos buenos cintazos de los mozos o le miden el lomo con la vara los motriles. Como la vida misma. El que se sale de la recua, lleva su castigo. Al despedir el carnaval se ha acabado ya el tiempo de soltarse y berrear a los cuatro vientos lo que a uno le parezca. A partir de ahora se impone una cuaresma más estricta que la de no comer lechazo los viernes. Desde ahora y hasta el 28 de mayo sólo se puede desfilar, prietas las filas, y recitar el argumentario como el Padrenuestro. Al que ose ir por libre le espera un castigo peor que la vara de los mayorales o los cintos de los mozos de Duruelo. Al que se menee lo sacan de la foto y lo mandan a un sitio donde hace mucho frío y no se pisa moqueta. Nunca como en este momento nuestro tiempo se ha parecido tanto al descrito por Huxley en Un Mundo Feliz. Desde ayer que se nos impuso la ceniza y hasta que se complete la liturgia democrática de la votación en las urnas quedan suprimidas la libertad de elección, la expresión emocional y la búsqueda de ideas intelectuales propias. La cultura de la cancelación en marcha. El gran hermano vigila, aunque esa es otra novela. En mi pueblo el martes de carnaval los chavales van por las casas pidiendo la ‘vaca flaca’ y te sacan las perras o los chorizos para irse de merienda. Igualito que en las elecciones, que te piden el voto y luego se gastan la pasta en trenes que no caben por los túneles. Llega la Cuaresma.