Diario de Castilla y León

EDITORIAL

El éxodo juvenil, un aliento más para la despoblación en Castilla y León

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MIENTRAS LAS Cortes de Castilla y León siguen siendo un lugar de griterío en el que un puñado de políticos, muchos cienmileuristas, acuden meramente a mediar la vanidad y el ego de su retórica, los datos de emancipación juvenil y de fuga de talento a otras regiones, íntimamente relacionados, nos colocan a la cola del país. A la cola en emancipación y a la cabeza en la huida de quienes deberían estar llamados a tomar el relevo del futuro y la construcción de Castilla y León. Pero esas reflexiones y esas preocupaciones no aparecen ni aparecerán en las Cortes, más allá de una pnl de moda, una pregunta al uso o una excusa como respuesta, dependiendo de la bancada de la que emane.

El de la huida de jóvenes es un gravísimo problema que ataca directamente al centro neurálgico de nuestra gran tragedia:la despoblación que cabalga desbocada y queda registrada como una losa sobre nosotros en cada estadística del INE.

Que los jóvenes no puedan emanciparse y estemos al nivel de Ceuta y Melilla dice mucho de la situación de la comunidad. Cualquier persona, cualquier joven, llegados a una edad tienen el deseo natural de emprender un proyecto de vida encaminado a crear un nuevo núcleo familiar. Es nuestra naturaleza. Pero de la naturaleza no se vive. Se vive de salarios. De salarios que, dignos o no, dejen lo suficiente para afrontar una vivienda, llenar la nevera, tener con qué vestirse y calzarse y disponer de algo para el ocio. Es lo mínimo. La alternativa es emigrar a latitudes más prósperas, como la vecina Madrid, que se lleva el talento al que esta tierra dedica tantos esfuerzos inversores a través de nuestra admirable educación y nuestras sólidas universidades.

Los políticos deberían, además de analizar estos datos, conocer la realidad de primera mano. Conocerla hablando con los protagonistas, en el día a día, en lo cotidiano. Que no venga nadie y monte unas jornadas teóricas que no sirven para nada. La obligación de los 81 procuradores y sus extensas redes políticas a través de partidos, ayuntamientos y diputaciones sería conocer el problema a fondo. Pero también analizarlo a fondo.

Está claro que la política de vivienda de la Junta, esa que se exhibe con estadísticas que no reflejan la realidad, no funciona. Hay que cambiar el modelo, que lleva años acumulando sólo estadísticas y ruedas de prensa huecas. Si la política sigue encorsetada en su griterío quincenal de las Cortes el futuro de Castilla y León estará a la intemperie del fantasma imparable de la despoblación. Detener ese drama sólo está en manos de las nuevas generaciones. Procuremos no ahuyentarlas con la mediocridad política.

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