Diario de Castilla y León

Creado:

Actualizado:

RECIENTICA como el pan tierno, nos salió el miércoles Nadia Calviño Santamaría –nada que ver, que yo sepa, con mi ex alumna María Soraya Sáenz de Santamaría Antón–, y nos endosa una serie de perlas cultivadas: que «la compra de mi casa ya refleja esa bajada de los precios». Al tiempo, nos hace un par de revelaciones como el ángel del Señor que anunció a María: ojito que «yo busco las ofertas», y que esa buena nueva es la que me «transmiten también los grupos de distribución». Textual. Increíble, pues se trata de tres mentiras ensartadas y derrochonas de las que se nos previno –nada menos que desde 1528, año en el que se publicó en Venecia La lozana andaluza– con estos palabras también textuales: «Comamos y triunfemos que esto nos ganaremos». Es decir, que llenemos el papo aunque sea a costa de palabras que son pura filfa para progresar olímpicamente en política, en economía ficticia, y en trapacería sanchuna. Nadie se explica en qué nota la señora ministra la bajada de precios en la cesta de la compra. Cómo tampoco dónde encuentra esos chollos. Esto lo explicaba magníficamente Patrick Jake O’Rourke –gran periodista y escritor estadounidense, que falleció justo ahora hace un año– de esta manera: «Cuando la compra y la venta están contraladas por la legislación, lo primero que se compra es a los legisladores». Como muestra, le pondré un ejemplo práctico y vivido por quien suscribe. Un litro de aceite Carbonell original 0,4 –nada del otro mundo, y que dice en su etiqueta que «colaboramos con más de 146.000 familias de pequeños agricultores»– costaba en la primera semana de febrero 5,90 euros, y en la segunda –o sea, en esta misma–, ya se elevó a  6,50. ¡Qué poca vergüenza tiene usted, señora ministra!

tracking