De crucero por el Danubio
HAY QUE VER qué maña se han dado para cambiar el relato y convertir las lanzas en cañas. Ya llueve menos en Castilla y León, aunque hace bastante fresco. Sobre todo lejos de los despachos y las moquetas. No hay mejor manera de sofocar el incendio de una polémica política y mediática de alcance nacional que echar la mano a la caja y tirar de chequera. Ahí está el PP de Castilla y León raudo aflojando la goma de la cartera para bonificar algunos de los gastos a las familias que estén criando niños pequeños, ese tesoro con caritas adorables y tiernas que tanto escasea en esta tierra. Ojalá que me hubieran soplado a mi ese cheque regalo cuando mis hijos eran pequeños. Entonces gobernaba el mismo PP de Castilla y León y podrían haber socorrido de esa manera a los padres de niños de corta edad, con la misma excusa de fomentar la natalidad y con la misma intención de luchar contra un idéntico problema de despoblación. Lo que ocurre es que aquellos eran tiempos de mayorías absolutas y el partido gobernante estaba más pendiente de la unificación de las cajas de ahorro nativas de la Comunidad, del rescate de los supermercados El Árbol o de cualquier otro objetivo tan fracasado como desmedido. Hoy, en la segunda tanda de gobiernos bipartitos en Castilla y León la corriente de fondo que tuerce las voluntades de sus socios tiene más que ver con la familia y la baja natalidad, que son cuestiones que los paisanos de mi pueblo entienden con mucha mayor claridad. Todo encaja. Se baja el nivel del concierto porque a los músicos se les hace pesado Beethoven y al público le aburren las sonatas. Así que ahora toca bailar el regatón, que es el ritmo de moda y que para esto de la baja natalidad tiene más papeletas de resultar efectivo que el vals del Danubio Azul. Aunque, puestos a ser realistas, para fomentar la natalidad sería más efectivo pagarles un crucero por este impresionante río a las parejitas castellano leonesas en edad de ser padres. De Viena a Budapest, con violinistas y vino del Rhin, que con los 2.500 euros da para pocos pañales, potitos y cremas. El socio de gobierno del PP estaría encantado de mandar a las parejas de la Comunidad a conocer las nuevas medidas para las madres aprobadas por Hungría. Un país mucho más imaginativo y dispuesto a las exenciones fiscales que España. Así, pletóricos tras ese crucero y convencidos de las políticas de apoyo a la familia, nuestros jóvenes quizá vean con menos reparos la difícil aventura de traer hijos a este mundo incierto. Y esa es la cuestión: la estabilidad. Gobernar a golpe de encuesta, de parches y de ocurrencias genera incertidumbre y no hay cosa peor para el tema de la preoceación.