Los que sí dan trigo y los otros
QUE UN MINISTRO o ministra se ponga en evidencia en público por decir tonterías no es ni noticia. Algunos incluso sueñan en voz alta y pronuncian promesas electorales que consciente y abiertamente chocan con la verdad, como pudimos comprobar en Burgos con las fechas de la llegada de la Alta Velocidad ferroviaria. Suele ser menos frecuente que estos altos cargos se hagan daño a sí mismos y a sus partidos cuando meten la pata pero ocurre cada vez más a medida que el nivel de la política se desploma más y más. Parece que hay cola para cometer torpezas con luz y taquígrafos. Estamos viendo que entre los metepatas sí se practican los criterios de igualdad, diversidad y pluralismo político, porque lo mismo mea fuera del tiesto un político de provincias muy estirado muy, pero que muy, de derechas, que una confusa ministra fuertemente ideologizada a la izquierda de Fidel Castro. Precisamente la última personalidad política en hacerse un roto a su persona y a la de su siempre revuelta coalición política ha sido la locuaz ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 a propósito del capitalismo salvaje que, a su juicio, ejerce el fundador de Mercadona. Si hubiera elegido mejor al blanco de sus dardos, quizá la pulla antisistema hubiera pasado más inadvertida, pero ocurre que Mercadona no sólo emplea a más de 100.000 personas de todo signo y condición, sino que es la cadena minorista con mejores condiciones laborales para sus empleados. Pincha en hueso. Se conoce que le pudo el ímpetu al hablar en público. Esta metedura de pata me hacía pensar en si sus colegas de partido en nuestra Comunidad y provincia tendrían el cuajo que acusar de capitalistas salvajes a empresas similares. A los Pascual o los Michelin que entre los dos dan empleo a más de dos mil personas en Aranda de Duero; a los Antolín de Burgos que tienen fábricas en 26 países, miles de empleados y un sistema de gobierno corporativo que jamás se ha visto en una administración pública; a los Meléndez, que a base de patatas han creado una gran empresa que ayuda como pocas administraciones hacen a fijar la población en el territorio; lo mismo que los Gullón o los Siro en Palencia. A ver qué político, por mucho que le ilumine ese espíritu santo que a este tipo izquierda les concede sapiencia innata, tiene los bemoles de levantar desde la nada empresas como estos ejemplos de compañías familiares que, además, logran lo que la Junta lleva décadas tratando de impulsar: han conseguido ganar tamaño para ser competitivas, innovadoras y con un cuidado exquisito a su capital humano. Una cosa es predicar y otra dar trigo.