El letrado mayor de Cortes y los pagafantas
Una de dos, como la canción de Luis Eduarto Aute, el letrado mayor de las Cortes de Castilla y León o no trabaja o no sabe para quién trabaja. Pero se lo vamos a explicar para que no le atosiguen las dudas. No trabaja para quien le nombra, sino que trabaja para quien le paga. Y de momento su sueldo no sale del bolsillo del presidente del parlamento, Carlos Pollán, que se metió en un bonito lío en el pleno en el que ni él mismo sabía lo que votaba después de haberlo enunciado por su propia boca. El sueldo del letrado mayor, y del menor y del del medio, sale de los bolsillos de los contribuyentes ciudadanos de Castilla y León, a los que esas Cortes, convertidas ya no en chiringuito, sino en chirigota, les salen a veintitantos milloncetes de euros al año, uno cuatro mil millones en las antiguas pesetas, entre pitos, flautas, BMWs, dietas, kilometrajes, asesores y demás fandangos. Es decir, el letrado mayor, atiende a la ciudadanía, representada en los grupos políticos que se concitan en el parlamento, aunque se conciten para no saber ni lo que votan, como si no supieran que les asiste el derecho fundamental fundamental que tienen a no votar contra sí mismo, so pena de ponernos a todos en el ruedo del ridículo patrio. De otra forma, no se sabe qué hace el letrado mayor, que sale también a pelo de conejo. Porque lo que está claro es que lo suyo no son los enunciados de las votaciones, que no los cheira (huele) ni el presidente, por muy ufano que se lo lea dos veces a Raúl de la Hoz y el martillo pilón. Un pleno suspendido durante dos horas y nadie sabe donde se metieron ni él ni el mayor letrado de los letrados cortesanos. Aunque tras el esperpento, debería haberse metido en la cama y no salir hasta viernes santo. El antecesor letrado mayor del actual letrado mayor emitía informes sobre las actuaciones y devenires de las Cortes, que para eso le pagábamos. Ahora parecemos unos pagafantas.