Las redes no perdonan
POR MUY COMPRENSIVO que uno pueda ser ante el error ajeno las redes sociales no perdonan. «Inútiles», «no valen ni para darle al botón», «para una cosa que tienen que hacer»… son sólo alguna de las lindezas que se han vertido en las redes ante la penúltima sorpresa que de vez en cuando nos dan nuestros parlamentarios. El error de los procuradores de vox y del partido popular al votar las enmiendas socialistas a la ley de medidas del presupuesto ha colocado a nuestro Parlamento regional en el centro de la actualidad nacional por lo inaudito y surrealista de la situación. El curioso «malentendido» surgido a partir de distintas interpretaciones sobre la agrupación del debate de las enmiendas con los votos particulares ha terminado con un tiro en el pie al más puro estilo Casero dando lugar a la tramitación de urgencia de una nueva Ley de Medidas entre acusaciones de no respetar la separación de poderes.
A esta alturas y viendo lo ocurrido últimamente en relación al Tribunal Constitucional y al CGPJ lo de la separación de poderes ya no se lo cree nadie. Se trata de un resto atávico de la época en la que los poderes del Estado eran independientes. Este nuevo esperpento parlamentario, más allá de errores que todo el mundo puede cometer, lo que denota es otro sinsentido de nuestro sistema parlamentario encorsetado por la disciplina de voto y la disciplina de partido. Convendría recordar el carácter territorial de las circunscripciones electorales para tener en cuenta que los procuradores lo son por Avila, por Segovia, por Burgos, por Zamora…o por donde sea, lo que debería dotarles de, al menos, una cierta capacidad de decisión en los debates parlamentarios. Para qué queremos unas Cortes con 81 procuradores si al final todos votan lo que dice el portavoz y el portavoz indica a todos lo que hay que votar en función de lo que dice el partido imponiendo la disciplina de voto incluso para equivocarse. Para ese viaje nos bastarían tres o cuatros procuradores de los distintos partidos con representación parlamentaria y no nos harían falta tanta alforja en forma dietas, dedicaciones exclusivas, coches oficiales, gastos de representación… Se trata de una muestra más de lo absurdo y caduco de nuestro actual sistema de representación parlamentaria que, por desgracia, no es exclusivo de Castilla y León extendiéndose a lo largo y ancho de la geografía nacional en diecisiete réplicas de un teatrillo cada vez más lejano a los intereses y preocupaciones de los ciudadanos.