Ya andan por aquí los perritos que no las cheiran

LOS PERRITOS han llegado a orillas del Duero. Ya tenemos todo el espectáculo servido en el escenario de otra tragedia. Ahora por la muerte de dos pilotos que acabaron con su avioneta en el fondo de las aguas del río a la altura de la localidad vallisoletana de Villamarciel. Un abnegado operativo de agentes y voluntarios peina las aguas y las orillas del río en busca del cuerpo del teniente de alcalde de Geria, el otro ocupante que no ha aparecido en la cabina de la aeronave que ayer pudo ser extraída de las turbias y heladas aguas del Duero. Pero ahora han llegado los perritos. Los perritos que no las cheiran. Cheirar es oler en gallego, para el que no tenga destreza en idiomas celtas. Esto de los perritos viste mucho, aunque cazan poco. Y siempre viene bien un poco de lucimiento para justificar a unos canes, que para ser perros viven como generales, porque los curas ya no viven tan bien. Encontrar no encontrarán nada, porque nunca han encontrado nada. Eso sí, se zampan unos chuletones de dios te ampare. Tienen hasta nombres de estrellas del rock. Y se les construye una leyenda fabulada sobre la nada.

Tenemos reciente que los perritos se pasaron un par de semanas de asueto por Traspinedo buscando a la malograda Esther López, cuyo cadáver estuvo a la intemperie en una cuneta 23 días, a escasos 200 metros de donde partían las batidas, perritos incluidos. Pero han vuelto los perritos con su olfato de lince. Nunca han encontrado nada. Repasen los grandes casos de los últimos años en la búsqueda de víctimas y comprobarán que obró más la pericia de abnegados agentes que el olfateo de los perritos. No hay dinero para chalecos antibala para unos guardias que dejan el pellejo. Pero los perritos, a cuerpo de  rey. Ahora a los que tratan como perros son a los uniformados. Perritos a la mar. Guau, guau. ¡Otro chuletón!