Diario de Castilla y León

EDITORIAL

José Vicente de los Mozos, merecedor de un consenso ineludible para concederle la Medalla de Oro de las Cortes de Castilla y León

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La marcha de José Vicente de los Mozos de Renault, no por esperada, después de 43 años en la compañía y más de una década en primera línea de decisiones, cayó como un jarro de agua fría en Castilla y León. De los Mozos, un aprendiz vallisoletano de Renault que llegó a lo más alto de la cúpula de la compañía del rombo, ha sido el arquitecto de un ecosistema inigualable de la industria de la automovilística en Castilla y León, con la reinvención de dos plantas, una en Valladolid y otra en Palencia, que han ejercido sin duda de elementos aglutinadores y tractores de un entorno próspero dedicado al sector. Renault, en los tiempos de De los Mozos y gracias a sus ideas, su empeño y su ingenio y su capacidad de entendimiento, ha vivido en Castilla y León su época más esplendorosa.

El legado del todavía máximo ejecutivo de la compañía francesa en materia industrial es un eje industrial sólido y consolidado  para lo que venga en el futuro. Lo importante es que nadie lo estropee. Con él llegaron exitosos modelos como el Megane o el Captur, además del impulso a la factoría de motores. Con él las factorías de Castilla y León se hicieron competitivas. Con él y su manera de alcanzar acuerdos con sindicatos y administraciones para forjar planes industriales, atravesamos el cuarto, Renault, una compañía de origen, raíces y corazón francesa, ha medrado como pocas industrias en Castilla y León. No ha sido sólo el apego. Ha sido fundamentalmente la convicción y el convencimientos de que Castilla y León era un territorio competitivo, solvente y seguro sin necesidad de afrontar aventuras en países más baratos, pero menos seguros. Un visionario, ahora que la pandemia y la guerra empieza a debilitar el exacerbado modelo del globalismo económico.

De los Mozos siempre ha creído en Castilla y León. Ha presumido de Castilla y León por todo el planeta, ya fuera en fábricas, donde exportó el modelo de nuestra región, ya fuera en suntuosas ferias internacionales, donde lució los coches que salen de Valladolid y París, o en consejos y ponencias, donde el ejemplo de nuestra comunidad siempre estaba presente en sus ideas del cada vez más dinámico y cambiante horizonte que acecha a la industria de la automoción, siempre sujeta a vaivenes económicos y ahora inmersa en un cambio de modelo radical por imperativo medioambiental.

De los Mozos es sin duda el artífice de la salvación de Renault en Castilla y León, que hoy emplea directamente a 8.000 personas, e indirectamente a más del doble en las industrias auxiliares y en la economía inducida que impulsa en su entorno. Pero también, en gran medida, fue el salvador de Nissan en Ávila, a la que los nipones habían puesto fecha de caducidad. La Alianza Nissan-Renault permitió a De los Mozos meter baza en el conflicto y urdir un plan para salvar la factoría abulense de Nissan. Seguramente nunca un directivo de Castilla y León ha hecho tanto por la economía de Castilla y León, pese a los avatares de navegar en una multinacional del país vecino.

José Vicente de los Mozos se hizo digno de ser hijo predilecto en su ciudad, Valladolid, o Medalla de Oro en su tierra, Castilla y León. Toda Castilla y León tiene una deuda con él. Una deuda que, ahora que deja Renault, con la pesadumbre de todos ante la incertidumbre, debe ser saldada en la sede de la soberanía popular, las Cortes de Castilla y León. Se ha hecho más que merecedor de la Medalla de las Cortes, la misma que ha sido concedida a un rosario de políticos, de los cuales alguno, como José María Aznar, no se ha dignado todavía a venir a recogerla más de una década después de su concesión.

Las Cortes, un nido de grillos y de alboroto político, tiene ahora la posibilidad de enmendar sus últimos tiempos, con un consenso ineludible el de la figura de José Vicente de los Mozos, al que no se le puede hurtar la mayor distinción que concede la institución de la soberanía popular. De los Mozos ha sido un artífice, pero también un faro y un ejemplo en el que se puede mirar la industria, la empresa, pero también las administraciones y la política. El ejemplo de la acción y el resultado. El resultado es que Castilla y León es una potencia internacional en el sector automovilístico, que no lo era antes de que De los Mozos se pusiera al frente de Renault, pilotando un modelo industrial imbatible.

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