Refundaciones
¿CUÁNTAS refundaciones son necesarias para darse cuenta de que uno está definitivamente fundado o fundido?. Hace unos días visitaba Castilla y León la coordinadora de Ciudadanos en Valencia María Muñoz para impulsar esa extraña idea de la refundación del partido que nadie sabe bien en qué consiste. Suena más a un último intento a la desesperada de sobrevivir ante las próximas citas electorales que podrían acabar con los restos de lo que fue un partido político con opciones de gobernar España. Por lo que parece la visita forma parte de una gira denominada «destino refundación» que pretende recorrer España hasta su «Asamblea refundacional» el próximo mes de enero. Pero exactamente ¿en qué consiste la refundación? ¿en un cambio de logo? ¿en el cambio de color de las siglas? ¿en un nuevo slogan? ¿en cambiarle el nombre al partido?
Preguntada la flamante coordinadora no supo contestar mucho más que haciendo una referencia a mejorar la comunicación para reconectar con la ciudadanía. Desde la brillante irrupción de Albert Ribera y su destacada oratoria en el parlamento catalán (qué tiempos) parece que la comunicación sigue siendo la clave de bóveda de un partido que parece dejar en un plano secundario las ideas, las políticas y los programas. La comunicación es fundamental para el éxito de cualquier partido político pero no puede convertirse en la base sobre la que crecer a partir de candidatos supuestamente locuaces o carismáticos que, como hemos visto por estas tierras, lo único que saben gestionar es su cuenta de twitter. Y ya es decir mucho.
En Castilla y León los rescoldos ya casi fríos de lo que fue Ciudadanos se reducen a algunos Ayuntamientos y a algunos tweets más o menos ocurrentes por lo que, o se refunda mucho, o las próximas elecciones municipales pueden sellar su desaparición definitiva del panorama político dejando a su único procurador en Cortes como un auténtico walking dead de la política regional.
Pese a todo, llama la atención su capacidad para seguir acaparando protagonismo político y mediático fundamentalmente a través de twitter lo que demuestra, no ya su brillantez, sino el paupérrimo nivel de nuestro Legislativo. Un nivel que pone de manifiesto la necesidad de refundar, no sólo algunos partidos, sino un sistema parlamentario arcaico, caduco, inútil e incapaz de dar respuesta a los problemas de los ciudadanos. Montesquieu ha muerto. Viva el Consejo de Cuentas.