La excepción ibérica
La verdadera excepción ibérica está en realidad en Castilla y León y en su gobierno de coalición único en toda la península. Una excepción relativa si la enmarcamos en el contexto de la política europea marcada en los últimos tiempos por el crecimiento electoral de la extrema derecha en varios países. Quizá seamos más europeístas que nadie y no lo sabíamos.
A nivel doméstico, mientras en el resto de España las encuestas marcan una cierta tendencia a la baja de Vox, en Castilla y León el gobierno de PP y Vox va superando con más o menos dificultad las diferencias mostradas en algunos temas que han adquirido cierta transcendencia mediática. No obstante el horizonte electoral dibuja en la coalición algunos nubarrones peligrosos que se resumen en dos aspectos fundamentales: la gestión de la comunicación y la estructura territorial de mando.
En materia de comunicación la diversidad de canales, fuentes, formatos, estilos y estrategias hacen difícil mantener una posición única de Gobierno en todos los asuntos. La política de comunicación de un gobierno es fundamental para trasladar las iniciativas, objetivos, actuaciones y logros conseguidos por lo que lo lógico sería mantener un mensaje único más allá de los legítimos intereses electorales de cada partido. Eso es la teoría. En la práctica las próximas citas electorales complicarán sin duda esa pretendida cohesión interna del gobierno regional y más si la estructura de mando se desplaza fuera de la Comunidad hacia tierras madrileñas. Ese será en pocas semanas el segundo factor fundamental de estabilidad. En Castilla y León los protagonistas políticos son lo suficientemente sensatos como para resolver los problemas internos con diálogo y discreción. Pero el problema será si el centro de decisión política bascula hacia el sur y las decisiones empiezan a tomarse desde Madrid en clave exclusivamente electoral. Entones la excepción ibérica puede pasar para nuestra desgracia al primer plano del pim pam pum electoral. Y ya sabemos que las batallas electorales no se caracterizan precisamente por su elegancia y lealtad por lo que Castilla y León se puede ver envuelta en todo tipo de exabruptos de campaña como ejemplo deformado de lo peor y de lo mejor, sin términos medios y sin un mínimo de objetividad racional.
Por suerte Castilla y León es excepcional en muchas cosas: en cultura, en naturaleza, en patrimonio, en gastronomía, en enología…Estamos acostumbrados a ser la excepción ibérica en muchos aspectos por lo que es de esperar que sepamos gestionar también nuestra excepcionalidad política sin demasiados sobresaltos. El tiempo lo dirá.