Diario de Castilla y León

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EL OTOÑO es tiempo de castañas. De promesas y olvidos también. De esas castañas del Bierzo, gordas como el puño de un niño pequeño, de esas que eran el pan nuestro de cada día de esas generaciones a las que no les alcanzaba para comprar patatas en los años del hambre. Antes sustento y hoy delicatesen del monte. Castañas que tardan en asarse y guardan el calor en el cucurucho hecho con papel de periódico en el que nos las vendían las castañeras burgalesas. A veces, después de haberlas pelado con mimo, calentándonos los dedos entorpecidos por los primeros fríos del otoño, nos encontrábamos con que las castañas venían con un gusano pequeño que las echaba a perder. Había que tener cuidado con aquellas castañas pues ninguno queríamos merendarnos el gusano. Como con las promesas de otoño, que a menudo llegan agusanadas y rancias de puro viejas. Promesas de boletín oficial y de proyecto de presupuestos, gordas y relucientes como castañas del Bierzo cuando las vende el político de turno, pero demasiado a menudo, agujereadas y amargas. Estamos en un periodo entre los presupuestos del Estado, ya conocidos, y los de la Junta de Castilla y León, a punto de conocerse, en el que se nos trata como si hubiéramos perdido la memoria o como si no importase que nos percatemos de que se os venden las mismas castañas una y otra vez. A veces se prometen meses antes y luego llegan estas fechas y no aparecen por ninguna parte en los presupuestos. Como el tren directo entre Burgos y Madrid pasando por Aranda de Duero, para el que se prometió una inversión que luego se quedó en dinero para un estudio. Ahora hemos confirmado que no hay ningún plan a corto o medio plazo para reabrir el túnel de Robregordo, donde yace sepultada una bateadora desde hace años. Se ha abierto un acceso en el túnel para echar un vistazo, pero en cuanto acaben los estudios para ver si es posible despejarlo, cosa que tardará medio año más, se volverá a cerrar a cal y canto. Si hubiera habido fondos en el presupuesto no habrían servido para nada, así que al final el presupuesto corrige una mentira. Veremos a ver qué sucede con las cuentas de la Junta, que volverán a llevar una partida para el parque tecnológico de Burgos, en trámites desde hace una década. Sobre el papel ya se ha desbloqueado el paso burocrático que impedía avanzar, pero no será hasta que veamos cuánto dinero reserva la Junta al proyecto cuando sepamos si esa castaña sale pilonga o no.  De postre, cada ayuntamiento de esta Comunidad dedicará este otoño a cerrar sus presupuestos del próximo año cuadrando sus ingresos con los que le lleguen de las administraciones estatal y autonómica, unas cuentas que cebarán para acudir a las elecciones con las calles levantadas y obras que inaugurar, que aquí cada uno lucha por sacarse las castañas del fuego.

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