El que no corre, vuela
CUANDO a un enfermo se le asusta demasiado y no se le explican las cosas con la debida claridad y con la debida prudencia, corremos el riesgo de que empiece a hacer cavilaciones que podrían llevarlo a una depresión o a algo peor que eso.
Las terapias suelen servir para que ante circunstancias acuciantes, tengamos la posibilidad de levantar el ánimo, tan necesario, para que la mente ayude a solucionar lo que nos tiene asustados y atascados. Ese es el principio básico de lo ha sido siempre. Pero ya no lo es. Por lo visto, no lo es. Ahora tienen que acojonarnos; literalmente acojonarnos, para que sepamos que la crisis que viene no tiene solución. Que durante este invierno vamos a pasar un frío que no podemos ni imaginar, porque no es que no tengamos dinero para pagar el gas, es peor que eso. No habrá gas, hagamos lo que hagamos, no lo habrá. Me refiero a nosotros, a los de a pie, a la gente de tralla…ya me entienden. Pero esos otros, o sea, Garzón, Irene Montero, Escribá, Iceta, Yolanda Díaz y el resto de la ‘troupe’ o nuestro presidente, que pase lo que pase, seguirá viajando en el falcón que consume en pocas horas lo que muchas familias en un año, pero no tiene importancia. Ellos son así y qué le vamos a hacer. Son ellos y también sus circunstancias.
Porque, aunque llegue todo eso que va a acabar con todo y con todos nosotros, y que no tiene remedio, que hagamos lo que hagamos terminaremos yéndonos por el sumidero de esa crisis, y claro, la gente se preocupa. Me preocupo. Leo los periódicos, para saber qué dicen los ministros, que se supone que son los que más saben de todas estas cosas; y después de leer las declaraciones, llego a la conclusión de que la cosa pinta peor de lo que imaginaba y medito, porque no sé qué hacer, ni cómo afrontar la que se nos viene encima.
Y los más conformistas ante el caos vaticinado, se refugian en lo que aceptaba el santo Job: el Señor me lo dio y el Señor me lo quitó. Bendito sea el nombre del Señor… Y al consolarse de ese modo no piensan más y siguen votando a Sánchez y a sus secuaces por si acaso pudieran arreglar el caos que han provocado. Algo parecido ocurrió en Argentina cuando Argentina iba bien, ya hace muchos años… Y en Chile hace muy poco… porque hay seres humanos que siguen creyendo las estupideces que se escuchan en los mítines y que nunca se cumplen. Se dicen por decir.
Como soy leonés, llevo toda la vida escuchando cosas acerca de la terminal de Torneros y nunca se ha hecho nada, absolutamente nada. Eso es lo que hay. Pero yo creo - si les sirve de algo- en la sabiduría que encierra el refranero, ya que «Siempre que llovió escampó» y «No hay mal que mil años dure» y «Después de la tempestad viene la calma» y «No hay mal que por bien no venga» o que «cuando se cierra una puerta se abre una ventana».
Hoy le dedico uno al presidente: «El que no corre, vuela» (en falcon), y otro para mí: «En boca cerrada no entran moscas».