Cien días de idas y vueltas
A partir de hoy y hasta que despidamos a este año 2022 de incendios forestales, inflación desbocada y guerras a tantos niveles, vamos a vivir cien amaneceres. Cien días hasta el año nuevo podrían dar para mucho, incluso para dar un vuelco a la situación socioeconómica desde el ámbito político, que, al fin y al cabo, es lo que se espera en el primer tramo de un mandato legislativo. Son cien días, sin embargo, para seguir tragando más de lo mismo. Vamos a seguir escuchando las mismas peticiones con idénticas excusas. Los reproches de siempre y las criticas más consabidas. Quizá se amplíe el repertorio de zarpazos entre el actual vicepresidente de la Junta y su predecesor, pero es bastante dudoso que se invierta lo que queda del año en la política autonómica para hacer otra cosa que aprovechar la inercia para comenzar el próximo ejercicio a la carrera en pos de la cita electoral. Volveremos a oír hablar de la central nuclear de Santa María de Garoña mucho más de lo que se ha escuchado en los últimos cinco años. Como ha ocurrido esta semana en las Cortes de Castilla y León, con el cruce de reproches entre populares y socialistas, afectados ambos por una amnesia selectiva que les ha borrado ciertos recuerdos sobre el papel de cada uno de los dos grandes partidos en el cierre definitivo de la central burgalesa. El presidente de la Junta y del PP de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, reprochaba a la bancada de Tudanca en el parlamento autonómico que Garoña la clausuró «José Luis Rodríguez Zapatero», olvidando que después del rejón de muerte que le propinó el expresidente socialista le siguió la puntilla del ministro de Energía, Álvaro Nadal, del primer Gobierno del PP de Rajoy que fue quien decretó el cierre final de la central al negar la prórroga de extensión de su vida útil. Fueron tres años de espera entre el disparo mortal del PSOE a Garoña y el enterramiento del PP en los que Nuclenor gastó 358 millones de euros en mantener la central en disposición de ser reintegrada en la red eléctrica. En los cien días que quedan para que acabe 2022 se podrán confeccionar cien estudios de viabilidad como el que ahora reclama Vox para conocer si el burgalés Valle de Tobalina es o no la ubicación idónea para una central nuclear. Vox, que reaccionó ayer cambiando su propuesta inicial en las Cortes, se hace trampas al solitario porque, claro que el mejor emplazamiento para una nueva nuclear está en la misma zona que ocupaba ya una central. Valdría el mismo el plan de emergencia nuclear y las infraestructuras que lo acompañan, el personal de la zona y todo tipo de ventajas. Ya les anticipo que el estudio dirá que Tobalina sí es el lugar idóneo para una nueva central. Cien días quedan de idas y vueltas para ir a ninguna parte.